Magnesio

ELEMENTO 12

Magnesio

12

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Sumiso entre dos renombrados de la tabla periódica como el sodio y el aluminio, el magnesio casi que pasa desapercibido. Sin embargo, es el séptimo elemento más abundante de la corteza terrestre, y puede ser un indicio de la existencia de vida en otros planetas.  A mediados del siglo XVIII, Joseph Black estaba obsesionado con […]

Sumiso entre dos renombrados de la tabla periódica como el sodio y el aluminio, el magnesio casi que pasa desapercibido. Sin embargo, es el séptimo elemento más abundante de la corteza terrestre, y puede ser un indicio de la existencia de vida en otros planetas. 

A mediados del siglo XVIII, Joseph Black estaba obsesionado con describir gases. Tanto que logró aislar dióxido de carbono (llamándolo “aire fijado”). Pero si el aire estaba compuesto por más de una cosa, “¿por qué no habría de ser igual con los minerales?”, pensó Joseph. Resulta que, desde el 1600, a unas sales conocidas como sales de Epsom se les atribuían propiedades beneficiosas para la salud, y Joseph, como médico con ganas de probar cosas nuevas, quería entender de qué iba el asunto. Haciendo pruebas con esas sales fue que encontró, en 1755 y sin querer, el magnesio. Pero no era magnesio solo, sino sulfato de magnesio. Este elemento puro fue aislado medio siglo después por Humphry Davy, el mismo que años antes había logrado aislar el sodio. De hecho, a Davy le gustaba mucho electrocutar compuestos químicos y separar elementos (“sobre gustos no hay nada escrito”); logró aislar también calcio, bario y barios más.

La etimología de la palabra magnesio proviene de una región en Grecia central llamada Magnesia. Los magnetos, que nada tienen que ver con el villano de Marvel o la banda de pop hispano que fue furor en los 80, habitaron allí durante tiempos prehistóricos. Esta es una región con yacimientos minerales de óxido y carbonato de magnesio, así como de óxido de hierro. Cuenta la historia que también la palabra magnetismo surgió por esta región en la antigua Grecia porque muchas de esas rocas tenían la capacidad natural de atraer objetos ferrosos, todo muy magnífico.

El magnesio en su estado metálico reacciona con oxígeno –ayudado por calor– y genera una rápida y luminosa combustión. Esta reacción fue usada para montar el primer flash en cámaras fotográficas, sin mucho éxito pero con varias explosiones. Como de todo error se aprende y las explosiones sí fueron un éxito, en la actualidad se utiliza magnesio en la industria de la pirotecnia para otorgar luminosidad a los fuegos artificiales que fotografiamos con cámaras que no explotan. Pero no todo lo que se fabrica con magnesio es industrial: este elemento es clave en el origen del oxígeno que respiramos, ya que el átomo de magnesio forma parte de la estructura de la clorofila, pigmento vegetal responsable de la fotosíntesis. Por suerte, comer esas plantas les permite a nuestros cuerpos usarlo para catalizar centenares de reacciones en las células humanas.

Por último, como si fuera poca la esencialidad de este ecléctico mineral para la vida como la conocemos en nuestro planeta, algunos astrobiólogos/as consideran que determinar abundancias químicas relativas –como carbono/oxígeno y magnesio/silicio– en otros sistemas planetarios podría sugerirnos con cierta probabilidad que algo –o alguien– está pasando –o paseando– en ellos.

 

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