Boro

ELEMENTO 5

Boro

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Viaje al centro del boro: De Egipto a Chernobyl

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El boro (buraq en árabe, burah en persa antiguo) ha sido utilizado desde tiempos inmemoriales y en geografías muy distantes. En el antiguo Egipto se valían del natrón (un mineral que contiene boratos) durante el proceso de momificación para eliminar el tejido cerebral –y así evitar momias zombies. Este no fue su único uso: en China y en la antigua Roma, se utilizó para fabricar cristales de bórax.

Recién en 1808 Louis Joseph Gay-Lussac (cabeza de la ley de los gases reales), Humphry Davy (uno de los padres de la electroquímica) y Louis Jacques Thénard (quien describió el agua oxigenada) formaron “el mejor equipo de los últimos 250 años” y lograron obtener una sustancia a base de boro con 50% de pureza. Sin embargo, nunca se dieron cuenta de que se encontraban frente a un nuevo elemento, por lo que el pobre boro tuvo que pasar dieciséis años más en la clandestinidad hasta que, en 1824, Jöns Jacob Berzelius lo presentó en sociedad. 

Muchos años después, en 1942 y en el marco del Proyecto Manhattan, Enrico Fermi construiría el primer reactor nuclear (Chicago Pile) debajo del estadio de la Universidad de Chicago. El uranio natural (una combinación de los isótopos U-234, U-235 y U-238) fue el combustible elegido para proveer los neutrones necesarios para la reacción (la fisión), y el grafito, el moderador, el que desacelera esos neutrones y asegura que la reacción no se salga de control. Y después de probar con distintos elementos, se incluyó el boro como material para las barras de control, que frenan un poco la reacción. Esto se debe a que es muy bueno absorbiendo neutrones. Las barras de boro se introducen en determinados momentos en lugares específicos del reactor, con lo que absorben neutrones, controlan su flujo e impiden que se genere una cantidad excesiva de reacciones nucleares. Sin las barras de control, no podrían existir los reactores. 

Y si hablamos de reactores, podemos nombrar el de Chernobyl. Sus barras de control eran de boro con punta de grafito. Esto es como acelerar y frenar al mismo tiempo: el boro desacelera la reacción por absorber neutrones, mientras que el grafito aumenta la tasa de fisión.

Para apagar el reactor completamente, se buscó introducir todas las barras de control simultáneamente. Lo que finalmente sucedió fue que, al sumergir sus puntas de grafito, las barras aumentaron violentamente la fisión y generaron una reacción tan poderosa que las barras de control se rompieron y quedaron atascadas. Este error de diseño fue uno de los principales factores que causaron el accidente y la dispersión de la radiación. Porque el boro, como muchas personas, trabaja mejor solo que mal acompañado.