Cuando queremos que una computadora realice una nueva tarea, instalamos un nuevo programa, un nuevo software. Pero el hardware no se modifica. Lo que cambia del hardware es su estado inicial, no su estructura. El hardware es un procesador de información multipropósito cuyo estado inicial determina qué procesamiento llevará adelante. Este procesador está compuesto por miles de millones de transistores que pueden estar en diferentes estados iniciales, estados dados por el software que estemos corriendo en ese momento. El mismo circuito, el mismo chip, se usa para encontrar los divisores del número 15, un error de ortografía en un texto, o un patrón en una foto, por ejemplo.
En cambio, para implementar un nuevo algoritmo, nuestro cerebro depende de la creación de nuevas rutas neuronales que se forman con atención, motivación, paciencia y esfuerzo. En este sentido, no funcionamos como las computadoras modernas: cuando aprendemos, nuestro cerebro implementa un nuevo algoritmo cambiando nuestro hardware, no instalando un nuevo software. Nuestro cerebro no es una computadora multipropósito a la que le podemos cambiar su estado inicial para realizar una tarea completamente nueva, sino que la realización de esa nueva tarea depende de la modificación estructural del cerebro, permitida por la plasticidad.
Como consecuencia de esta forma de aprender, en general cada aprendizaje es específico y no hace que mejoremos en prácticamente ninguna otra cosa más allá de la específicamente entrenada. Hacer crucigramas o sudokus sin parar no nos hará más inteligentes en general. La mejora no se transfiere a otras capacidades cognitivas. A lo sumo nos volveremos excelentes crucigramistas o sudokistas. El aprendizaje es, entonces, muy específico, algo que la psicología cognitiva comenzó a descubrir en la década del 70 estudiando a grandes jugadores de ajedrez. Las investigaciones empezaron a mostrar que no eran genios en cualquier tarea, sino en todo lo relacionado con el ajedrez. En lo demás, no se destacaban más que un simple mortal estudioso y trabajador.
Las dos grandes conclusiones sobre cómo los humanos logramos aprender son, entonces, que el aprendizaje depende inevitablemente de la atención, motivación, feedback y consolidación, y que además es un proceso específico.