Capítulo 2.6

Transiciones

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El frío, así como llegó, se fue. Después de unos 1200 años de inviernos helados, la temperatura global subió unos 7 ºC en sólo unas décadas, y para el final del milenio, el clima en gran parte del mundo adoptó condiciones similares a las registradas en épocas preindustriales, justo antes de que el cambio climático antropogénico se pusiera en marcha. La abundancia retornó y los cultivos, aun sin haber sido completamente domesticados, se convirtieron en la estrategia más importante de obtención de plantas a gran escala para estas comunidades. La recolección de granos proveyó de tal abundancia que, en algunos asentamientos, los campesinos necesitaron construir estructuras enormes para almacenar los excedentes. Estos edificios, llamados silos o graneros, estaban hechos de piedra y barro, y diseñados para garantizar un ambiente que protegiera los granos de la humedad, de los roedores y de los insectos. Aun así, los ratones y aves como los gorriones y las palomas prosperaron en las zonas aledañas, por lo que los gatos no tardaron en aparecer y convertirse en los máximos depredadores en los asentamientos humanos. En Jerf el-Ahmar (norte de Siria) se encontró un edificio subterráneo de 9 metros de diámetro y forma circular que parece haber sido utilizado para guardar entre 2000 y 4000 kilos de cebada y centeno. Datado en 11.500 años, representa el silo más antiguo del mundo y es testimonio de la avanzada capacidad de planificar y organizar la producción y el almacenamiento de alimentos en aquella época. Además, alrededor de esta estructura había una serie de edificios rectangulares que contenían molinos de piedra de gran tamaño, lo que indica que el edificio también se utilizaba para procesar enormes volúmenes de estos granos. La construcción de estos silos fue un desarrollo importante en las comunidades del Creciente Fértil, ya que les permitió tener acceso a una fuente confiable de alimentos durante todo el año, disponer reservas de alimentos para tiempos de escasez o para intercambiar con otros grupos, lo que ayudó a crear una red de relaciones comerciales y propulsar el crecimiento económico y social de la región.

Es recién en esta época cuando comienza a aparecer evidencia de domesticación de cereales en el Creciente Fértil, como el trigo y el garbanzo en el sur de lo que es hoy Turquía, la cebada y el lino al sudoeste de Siria, la lenteja al norte de Israel y la arveja en una zona amplia del Levante mediterráneo. Otros cultivos importantes que se domesticaron en la zona fueron el higo, la uva, el olivo y el dátil, todos ellos consumidos desde mucho antes. Para ese entonces (hace 8500 años), los animales como la cabra, la oveja, la vaca y el cerdo ya estaban domesticados en el Creciente Fértil. El Levante mediterráneo suele ser considerada la región donde ocurrió la Revolución Neolítica por primera vez en la historia y suele ser usada como ejemplo de la transición que hicieron las tribus cazadoras-recolectoras nómadas hacia sociedades agrícola-ganaderas en muchas partes del mundo. El proceso, tal como lo documenta la abundante evidencia arqueológica, fue: primero, hacerse sedentarias; luego, comenzar a cultivar plantas silvestres y domesticar animales salvajes; después, cultivar plantas y criar animales domesticados (agricultura y ganadería), y finalmente, dar origen a tecnologías más complejas, como los recipientes de cerámica. En Mesoamérica, esta explicación se aplica muy bien. La domesticación comenzó con la calabaza hace unos 10.000 años, después de un tiempo de que los humanos se asentaran en zonas abundantes y obtuvieran su comida de la recolección y la caza. Unos mil años después, se domesticó el maíz a partir de su antepasado, el teosinte, el cual se convirtió en el alimento más importante de las sociedades de toda América. Luego, hace 3000 años, el poroto, la palta y el pimiento picante ya formaban parte de las parcelas de los campesinos olmecas. Debido a que en América no había especies animales domesticables como sí había en Eurasia, aquí sólo se domesticó el pavo hace unos 2000 años, más o menos en la misma época en que apareció la cerámica. En los Andes sudamericanos sucedió algo similar: comunidades cazadoras y recolectoras se asentaron y domesticaron el anquito hace 10.000 años, seguido por la coca hace 8000, la mandioca y la quinoa hace 7000, y más o menos hace 6000 años se incluyó el poroto pallar y el común, el algodón, el pimiento picante, el maní, la batata dulce, la papa y la mandioca, así como animales como la llama y el guanaco. La cerámica apareció hace unos 5000 años en Ecuador y hace unos 3000 años en Perú.

Si bien este modelo funciona bien para muchos pueblos, en otras regiones el proceso fue diferente. Por ejemplo, en el centroeste de Asia, la llegada de un clima más cálido y húmedo tras el final de la última glaciación favoreció el surgimiento de una variedad de hierbas silvestres y de un número mayor de ganado salvaje. En el valle del río Amarillo proliferó el mijo verde, mientras que hacia el sur, sobre el río Yangtsé, el clima más cálido llevó a una expansión de los lagos a lo largo del valle que facilitó la propagación del arroz. En ambas regiones, diferentes comunidades cazadoras-recolectoras nómadas cultivaron estas dos plantas mientras fabricaban recipientes de cerámica en los que transportaban y cocinaban alimentos vegetales hace al menos 24.000 años. Algunos de estos pueblos se establecieron en aldeas hace unos 8000 años, coincidente con la domesticación del mijo, el arroz, el jabalí y la gallina. En los cultivos de arroz, que permanecen una buena parte del año inundados, estas comunidades introdujeron algunos peces, como las carpas, que proporcionaban alimento extra, controlaban la población de insectos plaga y fertilizaban el terreno con su excremento. Unos miles de años más tarde, se domesticó la soja y el durazno. En otra parte del mundo, al oeste de África, luego de la domesticación de una especie de ganado vacuno hace unos 8000 años, las tribus se convirtieron en pastores nómadas, como los masái, que crían varias especies de ganado en las sabanas de Kenia y Tanzania, los tuareg, que se especializan en la cría de dromedarios, mejor adaptados al clima seco y caluroso del desierto del Sahara, y algunas tribus mongolas, que se perfeccionaron en los caballos, pero que también crían otros animales como cabras, ovejas, yaks y halcones. Posteriormente, le siguieron la sedentarización y el cultivo de plantas silvestres como el sorgo y el mijo perlado.

Por lo tanto, el surgimiento de la agricultura y la ganadería no fue un proceso lineal, sino errático, y su advenimiento fue el resultado de la coincidencia climática y una lenta búsqueda llena de ensayos y errores. Quizás, a la luz de todo esto, un término más apropiado para describir a la Revolución Neolítica sea el de Evolución Neolítica. Aun así, podemos seguir hablando de que estos procesos se dieron más o menos simultáneamente, dado que unos cuantos miles de años son un parpadeo en comparación a los 2 millones de años de historia humana, particularmente si se consideran los profundos cambios que trajo la Revolución Neolítica en las vidas de las personas. Una vez que estas comunidades completaron esta compleja transición de la recolección a la agricultura y de la cacería a la cría, la historia humana se encontró con una trayectoria completamente nueva.