Si bien el yodo es el elemento menos reactivo de su grupo, su historia no se distinguió precisamente por la paz.

Bernard Courtois era un químico francés que durante las guerras napoleónicas se dedicó a sintetizar un componente para hacer pólvora: el salitre (carbonato de potasio). Los largos años de guerra llevaron a que los suministros regulares se agotaran, y la alternativa que encontraron fue empezar a extraer el salitre de algas marinas. Un día como cualquier otro, Bernard estaba realizando el procedimiento, se confundió en uno de los pasos e inmediatamente comenzó a salir del recipiente un vapor violeta que nunca había visto antes. Así fue como en 1811, por accidente, descubrió el elemento 53. Tiempo más tarde se lo llamó “yodo”, por iōdēs, “violeta” en antiguo griego.

Un siglo más tarde, en otras tierras cercanas al mar, la dominación del Imperio británico estaba generando revuelo. En India, Gandhi estaba liderando la Marcha de la Sal, una protesta pacífica en contra de los impuestos a la sal que habían implantado los ingleses. La sal era uno de los productos que los habitantes que vivían cerca del mar podían producir por su cuenta, pero el Imperio británico imponía que todos los habitantes debían comprarles a ellos. Pese a las prohibiciones, los habitantes hacían su propia sal colocando agua de mar en un recipiente y dejándola evaporar al sol. De esta forma, se formaban cristales que luego podían consumir o comercializar ilegalmente. 

Al mismo tiempo, alrededor del mundo se empezaron a reconocer casos de las consecuencias del déficit de yodo en el organismo, desde problemas leves en la tiroides hasta retardo mental, lo que ayudó a entender que el déficit de este elemento en el cuerpo es muy grave y también muy fácilmente prevenible si se consume de manera habitual en la dieta. Se descubrió que con la incorporación de este elemento del grupo 17 a la sal de mesa se podían evitar algunos problemas. Las evidencias de su utilidad fueron tan sólidas que esta incorporación se llevó a cabo en muchos países del mundo, incluida la Argentina. 

India consiguió independizarse de los británicos en 1947, pero las costumbres con respecto a la producción de la sal siguieron intactas. Pese a varios intentos, tardaron muchos años en incorporar el agregado de yodo. 

A veces cuesta, pero tenemos que revisar si arrastramos y heredamos costumbres que quizás no son del todo buenas para mejorar la vida de muchas personas.