Seaborgio

ELEMENTO 106

Seaborgio

106

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En general, cuanto más pesado es un átomo, cuantas más partículas contiene, más inestable es. Y un átomo inestable, tarde o temprano, expulsará algunas de sus partículas y alcanzará la estabilidad. El átomo natural más pesado es el uranio, con 238 partículas en su núcleo. Para la naturaleza, la tabla periódica termina ahí, en el […]

En general, cuanto más pesado es un átomo, cuantas más partículas contiene, más inestable es. Y un átomo inestable, tarde o temprano, expulsará algunas de sus partículas y alcanzará la estabilidad. El átomo natural más pesado es el uranio, con 238 partículas en su núcleo. Para la naturaleza, la tabla periódica termina ahí, en el casillero 92.

Sin embargo, es posible fabricar átomos más pesados metiendo a la fuerza partículas adicionales en un núcleo más liviano. El resultado son unos átomos inestables que se encuentran en la tabla periódica más allá del uranio. Por eso se los conoce como “elementos transuránicos”. 

A partir de 1940, el físico norteamericano Glenn T. Seaborg, junto con algunos colaboradores, obtuvo e identificó diez de estos elementos, lo que le valió la fama de “fabricante de transuránicos”. Incluso aprovechaba para contar en qué andaba en programas infantiles de radio, donde hizo público el descubrimiento de los elementos 95 y 96.

En junio de 1974, un grupo de investigadores de la Universidad de California, en Berkeley, anunció la creación de un nuevo elemento, de masa atómica 263. En septiembre de ese mismo año, un grupo soviético del Instituto Central de Investigación Nuclear de Dubna hizo un anuncio similar sobre un elemento de masa atómica 259. Los dos elementos resultaron ser el mismo: el número 106. Ambos grupos se disputaron el descubrimiento del nuevo elemento como parte de los enfrentamientos entre Oriente y Occidente durante la Guerra Fría. En 1992, el Grupo de Trabajo Transfermiano, un grupo que resuelve problemas que nadie más puede resolver, decidió que los laboratorios de Berkeley y Dubna deberían compartir el crédito por el descubrimiento.

Una vez que decidieron de quién era, había que bautizarlo. Cuando se propuso por primera vez “seaborgio”, se objetó que los elementos no recibían habitualmente el nombre de personas vivas. Provisoriamente, la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada adoptó el nombre “uninilhexio” (uno-cero-seis, también conocido como “el nombre menos pegadizo de la historia”) según un criterio sistemático que designa los nuevos elementos a partir de su número atómico. En 1994 se propuso “rutherfordio” por Ernest Rutherford, hasta que, en 1997, se adoptó oficial, final y definitivamente el nombre “seaborgio”. Glenn T. Seaborg recibió el premio Nobel de Química por el descubrimiento de los elementos transuránicos. 

Glenn murió en California, el 25 de febrero de 1999. El seaborgio es para siempre.

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