El litio es, desde hace bastante tiempo, el fármaco más comúnmente utilizado para tratar el desorden bipolar. El problema es que, si bien funciona, tiene muchos efectos adversos, lo que muestra la necesidad de buscar tratamientos nuevos. Esto tiene que ver con que no está del todo claro qué hace el litio en el sistema nervioso. Una hipótesis simple sería pensar que, dado que en la tabla periódica está justo arriba del sodio, tiene algunas propiedades que se le parecen mucho, aunque otras no tanto. Y como el sodio es súper importante en muchos mecanismos biológicos, el litio podría interferir en esos mismos.
Podríamos decir que el litio también tiene dos caras: una alucinante, al ocupar un rol protagónico en las baterías recargables, y otra no tan simpática, siendo un elemento esencial para la fabricación de ciertas bombas atómicas.
Las baterías recargables no sólo se revelan como algo útil después de un uso intenso de Instagram. También son muy importantes para vehículos eléctricos; la batería de un auto eléctrico equivale más o menos a 1500 baterías de celulares. Y un uso de baterías que va ganando terreno de a poco es la acumulación de energía a partir de fuentes renovables pero intermitentes: sol, viento, olas. Como ninguna de esas fuentes está disponible todo el tiempo, es imprescindible poder acumular esa energía para utilizarla cuando no estén funcionando. Las baterías de litio hacen eso muy pero muy bien (lo que abre el juego al mercado de vehículos eléctricos). Son livianas pero además tienen la capacidad de descargarse y cargarse casi casi sin sufrir desgaste (esto se llama ciclar).
¿Y por qué litio? Por un lado, porque es un átomo muy chiquito, y por eso tiene la particularidad de poder insertarse dentro de la red que forman las moléculas de las cuales están hechas las baterías. Y además, como buen elemento que está muy arriba y muy a la izquierda de la tabla periódica, el litio tiene mucha tendencia a regalarle electrones al prójimo (decimos que es muy electropositivo), y mantenerse como un ión, viajando por toda la batería, ida y vuelta. Es decir, es un excelente transportador de carga.
La cara poco feliz mencionada antes tiene que ver con que uno de sus isótopos, el 6Li, es el mejor precursor para fabricar tritio, que junto al deuterio pueden fusionar sus núcleos, fabricando un átomo más pesado y liberando muchísima energía. Tanta como para hacer una bomba nuclear. La buena noticia es que la energía liberada por la fusión también podría utilizarse como una fuente de energía nuclear, así que no es todo tan malo. Eso sí, los reactores para generar energía a gran escala aún se encuentran en etapa de desarrollo y se cree que no estarán listos, al menos, hasta dentro de 15 años.
Todavía queda mucho por descubrir sobre este poderoso chiquitín, un elemento con un potencial gigante que se renueva todo el tiempo.