Indio

ELEMENTO 49

Indio

49

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Este metal, a diferencia de otros, no debe su nombre ni al apellido de una persona ni a una referencia directa a su procedencia geográfica. Debe su nombre a un color: al índigo, un color que se identifica con las gamas más oscuras del azul. Ahora, si agarramos un lingote de indio veríamos con claridad […]

Este metal, a diferencia de otros, no debe su nombre ni al apellido de una persona ni a una referencia directa a su procedencia geográfica. Debe su nombre a un color: al índigo, un color que se identifica con las gamas más oscuras del azul.

Ahora, si agarramos un lingote de indio veríamos con claridad que es de color plateado o a lo sumo de un gris claro un poco brillante. Y si recurriéramos a internet para buscar otra foto distinta, no sólo encontraríamos varios videos de personas masticando indio o disfrutando del sonido craquelado que hace al doblarse, sino que además veríamos que ese metal masticable es, efectivamente, de color gris o plateado.

¿Y el índigo? Acá es donde entra en juego el espectroscopio. Inventado en la segunda mitad del siglo XIX por Bunsen y Kirchhoff, el espectroscopio se volvió una herramienta clave para medir el espectro atómico de un elemento, que se expresa en toda la gama de colores del abanico de ondas que componen la luz. Y, aunque este manejo deplorable del suspenso ya haya dejado entrever qué relación hay entre un elemento que aparece como grisáceo y el color índigo con el que se lo nombra, todavía nos quedan algunos detalles por mencionar.

El indio es un elemento cuyo descubrimiento es compartido –¿hay descubrimientos que no lo sean?–; esto quiere decir que está registrado bajo el nombre de dos personas: Ferdinand Reich y Hieronymous Theodor Richter, dos químicos de la Universidad de Freiberg, que en ese momento mantenía aún el nombre con el que había sido fundada: Escuela de Minas de Freiberg.

En 1863, Reich comenzó a dedicar gran parte de su tiempo a buscar talio en ciertas extracciones de zinc en las minas de Himmelsfürst. Al procesar las extracciones e identificar los elementos, cayó en la cuenta de que se encontraba frente a lo que, él creía, era el sulfuro de un nuevo elemento. La forma de comprobar si estaba o no en lo cierto era calentándolo y, mediante el uso del espectroscopio, medir si estaba emitiendo algún color en particular y cuál era su intensidad. Pero había un problema no menor: Reich sólo veía en blanco y negro (era daltónico acromático). Llamó entonces a Richter, su asistente, y fue él quien reconoció una línea de un azul oscuro particular, índigo.

El tiempo le daría a Reich otro descubrimiento, uno menos grato: ver cómo su asistente intentaba hacer pasar el descubrimiento como el trabajo de un solo hombre. Un ejemplo más de que ser un buen científico no garantiza en absoluto un buen desempeño en el campo de la amistad.