Muy probablemente, nuestros primeros encuentros con el hierro hayan surgido de algunas lluvias de meteoritos. Y si bien podría pensarse que tiene un origen alienígena y misterioso, ahora sabemos que el hierro es el metal más pesado que se puede producir por la fusión de estrellas masivas (los elementos más pesados que el hierro sólo pueden crearse en supernovas, estrellas con mayor energía o artificialmente). Llegó en una roca incandescente y pasó a ser parte de casi todos los vertebrados y algunos invertebrados al formar la hemoglobina y dar color rojizo a la sangre. Quien esté libre de partículas extraterrestres, que arroje el primer meteorito.
Incluso habiendo llegado desde lejos, no se puede atribuir una fecha exacta a su descubrimiento. Sí sabemos que durante la Edad del Hierro se popularizó en una buena parte del planeta. Mucho tiempo después, se refinaron las técnicas para su obtención, moldeo y mezclado, lo que dio lugar al desarrollo de herramientas que jugaron un papel crucial en la agricultura, pero también en el desarrollo de armas. El hierro, lo bueno y lo malo de las sociedades actuales.
De allí en más, la historia nos puede resultar un poco más cercana: fue la herramienta que posibilitó la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII y, más adelante, se popularizó su uso (usualmente combinado con carbono para formar acero) en muchos ámbitos como la industria, la construcción y la –lamentablemente– siempre vigente fabricación de armas.
Unos años antes de la Revolución Industrial, Johann Jacob Diesbach descubrió en Berlín por accidente el azul de Prusia –hexacianoferrato (II) de hierro (III)–, un color que usó Van Gogh en La noche estrellada.
Resulta increíble pensar que conocimos este material porque el universo nos lo fue tirando en cuotas, sin tener idea de que lo tenemos en el 60% de la masa del planeta moviéndose dentro del manto terrestre, dándonos, entre otras cosas fantásticas, un campo magnético que hace que la Tierra sea la Tierra. Vino de lejos pero ahora es parte de nosotros, de la historia y de que nos maravillemos cada vez que vemos ese cielo estrellado.