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ELEMENTO 100

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Los actínidos, elementos radiactivos de la serie de actínidos, descubiertos por científicos como Berzelius, Curie y Debierne, marcaron la historia con su uso en bombas atómicas y nucleares. Escrito por: Juan Manuel Carballeda.

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En 1828, Jöns Jacob Berzelius encontró un elemento y, en honor al dios griego Thor, lo llamó “torio”, el elemento más antiguo de la serie de actínidos. Casi cien años después, Pierre y Marie Curie descubrieron que era radiactivo.

Los actínidos son, junto con los lantánidos, elementos de transición interna, también conocidos como ese bloque que está abajo de todo como desconectado de la tabla. Son grandes, radiactivos y su número atómico va del 89 al 103. En general se ubican abajo de la tabla aunque el lugar de los actínidos debería ser entre el radio y el rutherfordio, pero hubiera hecho una tabla periódica más larga y fina en esa parte, lo que la haría mucho más difícil de plegar y transportar.

El nombre, al igual que lo que pasa con los lantánidos,  se lo da el elemento con menor número atómico de la serie: el actinio, que fue descubierto de forma independiente por André-Louis Debierne en 1899 y Friedrich Oscar Giesel en 1902 (que lo llamó “emanium”). Se le dio prioridad al que lo había descubierto primero. Si no, el nombre de esta serie sería algo así como “emaniumínidos”. Un gran nombre para hechizo de Harry Potter.

Los actínidos también pueden contar una parte de la historia. Al dividir la serie en dos partes, del actinio al uranio y del neptunio al laurencio, se ve que los primeros fueron descubiertos entre 1781 y 1913 en Europa y los otros, entre 1940 y 1966 en Estados Unidos (salvo el nobelio). Correlación no implica causalidad, pero justo coincide con el protagonismo que tomó en aquel país la investigación en física nuclear a partir de la década de 1940, que dejó de regalo varios elementos desconocidos hasta el momento.

La investigación en esta área por parte de Estados Unidos tuvo otro momento fundamental con el Proyecto Manhattan, que en 1945 llevó a la construcción de dos bombas atómicas, una con uranio, que destruyó Hiroshima, y la segunda con plutonio, arrojada en Nagasaki.

No sería justo dejar de mencionar que esos elementos sirven también como combustibles de las centrales nucleares. Igualmente, no sería exagerado decir que los actínidos marcaron la historia de la humanidad.