El penal más importante.

Hola! Espero que este mail te encuentre bien. A mí me encuentra con el ánimo en un estado de probabilidad difícil de sostener pero (sea suerte o desgracia), el 19 el verosímil le deja lugar para siempre a la verdad, y será cuestión de adecuarse. ¿Por qué establecer una elección como evento canónico, crítico, en un newsletter que habla de transición sustentable? Déjenme por favor elaborar; estoy bastante, bastante seguro de que puedo justificar que esta es la elección más importante desde que volvimos a tenerlas.

Es complejo

¿Recuerdan el Gato que hacía posteos sobre cómo caen las tostadas? ¡Qué épocas! Extraño su sencillez, la posibilidad de tener el foco en fenómenos más simples, órbitas elípticas, vacas esféricas y procesos uniformemente acelerados. Un mundo de axiomas y silogismos, de algoritmos y relaciones causales obvias que te deban mínimas garantías de terminar donde esperás que terminen. Pero el mundo no es así, o por lo menos no en una gran cantidad de casos, muchas veces, justamente, los casos que valen la pena. Por eso,  al final, le tomamos el gustito a los sistemas complejos, enredados, interconectados. Los que tienen ciclos de retroalimentación, los procesos caóticos, los saltos cualitativos, los problemas embrujados. 

El martes pasado tuvimos la oportunidad de compartir algunas ideas sobre cómo vemos el mundo en el primer encuentro de ClimaTech en Argentina. Lo que hicimos fue llevar la forma más destilada de lo que aprendimos desde que trabajamos en esta intersección de ciencia, diseño y crisis climática, y que más o menos dice así:

  1. Estamos viviendo las repercusiones de haber emitido miles de gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, tanto las buenas como las malas. Tanto el desarrollo, el aumento de la calidad de vida y acceso a energía y alimento como su tremenda desigualdad y el costo de presionar por fuera de los límites del sistema biogeofísico que es la Tierra.

Hagamos lo que hagamos, va a empeorar, y va a empeorar aceleradamente.

  1. No cambiar nada indefectiblemente termina en colapso civilizatorio. Esto no es una opinión, es una certidumbre termodinámica.
  2. Tenemos los medios para que, después de empeorar, mejore. Mejore MUCHO.

Hay caminos de transición sustentable que no son solamente reducción de daños, sino la posibilidad de vivir una etapa civilizatoria abundante para toda nuestra especie y en equilibrio con toda la vida en la Tierra.

  1. El partido se juega en los próximos 10 años y las únicas apuestas válidas para jugarlo y torcer el destino actual son las propuestas disruptivas, factibles, escalables y sostenibles. De mínima tienen que ser sustentables, pero mejor si son  regenerativas. 
  2. Argentina tiene un grupo excepcional de condiciones que articulan increíblemente bien con la crisis y la necesidad de diseñar, implementar y escalar esos nuevos sistemas productivos, convirtiendo la crisis en batacazo.
Dos caminos

Tengo en mente dos imágenes que ví mil veces, pero que recién hace poco pude conectar. Por un lado, la curva S de derretimiento del hielo Ártico. Un proceso acelerado en el cual ese sistema entero cambia desde un macroestado de hielo sólido a uno de hielo líquido apoyándose en un feedback loop: el hielo rebota mucho la radiación solar, pero el agua líquida la absorbe, o sea que a medida que se derrite más hielo, se absorbe más radiación, que aumenta la temperatura, que derrite más hielo, que se convierte en agua, que absorbe más radiación, que aumenta la temperatura, y así hasta que no queda nada, nada de hielo.

Pero el hielo no es el único sistema complejo que cambia de acuerdo a los feedback loops que contiene: la innovación tecnológica hace lo mismo. Lo vimos a principios del siglo pasado, en el que la invención y escalado del auto desplazó el transporte a caballo en solamente 10 años.

Gráfico que muestra la transición en la adopción de caballos y autos en Estados Unidos entre 1900 y 1930. La línea de los caballos disminuye desde 100% en 1900 hasta casi 0% en 1930, mientras que la línea de los autos aumenta desde 0% en 1900 hasta 100% en 1930, cruzándose alrededor de 1920. Fuente: Mercure, 2013, Journal of Evolutionary Economics

O sea que mecanismos aparentemente tan distintos como la cantidad de hielo Ártico y la cantidad de caballos en la calle son gobernados por dinámicas parecidas. Hasta ahí, todo más o menos como siempre. Lo que ví distinto por primera vez fue este gráfico que ya había visto mil veces:

Gráfico de emisiones globales netas de CO₂-equivalente por año según el IPCC SYR 2023. Muestra una disminución de emisiones desde 2020 y varias proyecciones futuras. La zona verde indica rutas de reducción de emisiones hacia niveles bajos y sostenibles, mientras que la zona roja representa un aumento en emisiones. El eje vertical muestra emisiones en gigatoneladas de CO₂-equivalente y el eje horizontal cubre los años de 2008 a 2070.

La curva roja es la cantidad de emisiones de CO2 que esperamos en un futuro en el que nuestros sistemas productivos no cambian: siguen basandose principalmente en combustibles fósiles, desencadenando un dominó de desgracia y desequilibrio biogeofísico acelerado y sin escalas hasta una Tierra tan distinta de esta que tenemos que retroceder millones de años para ver algo más o menos parecido. 

La curva verde es la cantidad de emisiones de CO2 que podemos liberar si aspiramos a mantenernos debajo de 1,50ºC por sobre los niveles preindustriales. Esa curva verde es, literalmente, un decrecimiento exponencial de emisiones, un roadmap de a qué velocidad tenemos que construir y escalar los sistemas productivos compatibles con la vida para dejar de depender de matrices fósiles: bajarlas a la mitad cada 10 años.

Es la revancha del caballo por otros medios. Así como el auto disrumpió al caballo como medio de transporte, necesitamos sistemas compatibles con la vida que crezcan tan, tan rápido y a una escala tan grande que detonen un enorme ciclo de retroalimentación negativo que disrumpa las tecnologías dependientes de materia y energía fósiles. 

Pero la curva verde, el roadmap de transición sustentable, tiene ocultas realidades que vale la pena traer al frente: el mundo post transición puede ser igual al actual pero sin emisiones, o puede ser tremendamente mejor. Así como los autos no son caballos más rápidos, disrumpir la agricultura extensiva apalancada de agroquímicos fósiles no es cambiar soja por soja, es representar los paisajes productivos logrando mejores resultados agronómicos y, al mismo tiempo, regenerando suelos y biodiversidad. Disrumpir el sistema alimentario no es comer papitas a escala, es generar más y mejor comida con huellas materiales 90 o 95% menores, sea que reingenierices una arveja, la desarmes y la vuelvas a armar en forma de sustituto experiencial de la carne o que crezcas un paty de gliptodonte usando agricultura celular en lugar de feedlots de vaca. 

Y todo eso, además, puede suceder en Argentina. 

Además de hablar en el encuentro de ClimaTech, pocos días después visitamos el demo day de GridX, la incubadora más prolífica de la región en convertir materia prima de investigación científica de alta calidad en productos disruptivos que puede, precisamente, encaminarnos en la línea verde.

Entre las dos excursiones, escuché personas que lideran startups, fondos de inversión y organismos de articulación con el sistema científico; todas personas orientadas exclusivamente a desarrollar y escalar propuestas disruptivas de energía, alimentación, gestión del agua, cuidado de la biodiversidad, restauración de bosques, transición de la industria petroquímica a la biológica, regeneración de suelos, y así, de todo, todo junto, a la misma vez. Exactamente el tipo de disrupción sistémica, combinada, articulada, civilizatoria que necesitamos.

El penal más importante de nuestra historia moderna

Si estoy atravesando un angustiante estado de probabilidad electoral es, por un lado, porque una de las opciones es un paleofascismo delirante, pero más que nada porque el estado general del mundo, combinado con el conjunto de capacidades argentinas, está totalmente alineado para que metamos un batacazo histórico. 

Nuestro país tiene hidrocarburos para navegar con autonomía la transición energética propia, litio para darle sustrato material, tierra cultivable, agua y un clima (aún) gentil para crecer lo que haya que crecer, y un cuerpo profesional extremadamente capacitado, preparado precisamente en dos de los grandes verticales futuros: biotecnología y tecnologías de la información y la computación.

Podemos gestionar información, materia y energía. Los tres pilares civilizatorios que atraviesan disrupciones históricas, nos atraviesan. Están ahí, esperando que le pongamos nuestra impronta al futuro y a la historia. Pero…

No quiero entrar en diferencias más profundas porque ya lo hicimos acá. Esta vez quiero reparar en que no se puede solucionar un problema que se niega, ni tomar una oportunidad que no se ve, y la crisis climática es todo eso y mucho más: es el telón de fondo crítico de todo lo que nos pasa. Siento que no hablamos lo suficiente de este ángulo tan concreto. Si esta fuese la única diferencia yo tuviera con dicha fuerza política, sería lo suficientemente crítica: no se puede operar efectivamente sobre una realidad que no se comprende.

‘Todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas, y todo lo que buscan esas políticas es recaudar fondos para financiar vagos socialistas que publican papers de cuarta’

Cederle esta oportunidad histórica a alguien que no la percibe, comprende o valora es darle el último penal del mundial —el de Montiel— a alguien que no cree en la pelota.

Schopenhauer decía que ‘Un hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere’. Creo que mi ansiedad viene de ahí. De saber que, como país, en este contexto externo, con estos elementos internos, podemos hacer lo que queramos. Pero lo que sea que queramos (por lo menos la primera mayoría) está en el aire. 

Amo ir a votar el domingo, porque es poner algo de mí para defender aunque sea la posibilidad de intentar una transformación histórica, propia, factible pero atrevida y bien, bien para adelante, en lugar de tener que volver a los 70 a discutir la influencia humana en el cambio climático, a los 90 para acordar la necesidad de acuerdos internacionales o a los 2000 para entender las consecuencias de generar alteraciones meteorológicas catastróficas. Hoy deberíamos estar discutiendo otra cosa: la oportunidad de no solamente solucionar el problema más grande que alguna vez tuvimos, sino de crear algo que nos haga bien y nos enorgullezca para siempre en el camino.

La retórica de la crueldad no alimenta la creatividad, la desregulación no orienta manos invisibles de mercados hacia donde necesitamos las soluciones, la deshumanización del otro no amplía la frontera de la empatía para incluir a otras especies, esas que son indispensables, aunque sea, para garantizar nuestra propia supervivencia. 

En un sistema complejo, interconectado, que depende de sus relaciones. El sálvese quien pueda es el camino más efectivo hacia que nadie pueda, y no quiero que nos perdamos una oportunidad de poder. 

Nos leemos detrás del horizonte de eventos. 

Pablo