La temperatura global aumenta sistemáticamente por la liberación a la atmósfera de enormes cantidades de dióxido de carbono. Las ciudades pueden hacer mucho al respecto, tanto en la adaptación de corto plazo (reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia frente a los impactos inevitables del cambio climático) como en mitigación de largo plazo (reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para disminuir el calentamiento global).
Por un lado, las ciudades pueden aumentar considerablemente la cantidad de arbolado y espacios verdes. La presencia de árboles y vegetación no sólo mejora el paisaje y la estética, sino que son reguladores de temperatura cruciales, aportando sombra y espacios para refugiarse (puede haber hasta 20° centígrados de diferencia de temperatura entre cuadras con y sin arbolado). Esto permite que el cuerpo habite la calle de una manera diferente, invitando a caminar más lento, hacer pausas y permanecer, reforzando la idea de "lugar". Las calles de barrios de mayor ingreso tienden a ser más frescas que las calles de barrios populares, lo que indica que los impactos de las islas de calor no son homogéneos y exacerban las desigualdades. Estos espacios verdes también permiten capturar más agua cuando llueve, evitando inundaciones, y promueven el regreso de pájaros, mariposas y toda la fauna urbana que fue expulsada por ciertos tipos de diseño urbano.
Por otro lado, una de las causas más importantes del calentamiento global es la emisión de gases de efecto invernadero por los vehículos particulares en las ciudades. Por lo tanto, revertir la concepción de la calle como un espacio asignado con prioridad a estos vehículos no sólo aumentaría la presencia de vegetación urbana, también alentaría la disminución del uso de estos vehículos y la emisión de dichos gases.
Una concepción de calles que integra la naturaleza como parte de la infraestructura puede crear ciudades más equitativas, donde el ruido amortiguado por los árboles, la observación de la vida natural y la posibilidad de caminar sin el agobio del calor o la polución no sean exclusivos de ciertos barrios.
Concentración promedio de dióxido de nitrógeno en París


