Dogmas y elefantes

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Con esto no quiero decir que a través de compartir ciertas ideas políticas, religiosas o dogmas no se pueda encontrar propósito, trascendencia o salvación. De hecho, creo que la religión para muchas personas es un gran consuelo frente a la angustia existencial por la finitud de nuestra existencia, por la angustia frente al hecho de que nos vamos a morir. Las ideas religiosas, y las relaciones que permiten crear, están un poco “diseñadas” con ese fin. 

La palabra “meme”, acuñada por Richard Dawkins en su libro El gen egoísta, refiere al concepto de que hay ideas que se reproducen y viven más que otras en la mente de las personas en un proceso de selección de ideas similar al de la selección natural de los genes. Un meme es una idea que, análogamente a lo que ocurre con los genes, tiene variaciones y puede mutar. Algunas sobreviven, otras no. Para Dawkins, la religión es una idea que se propagó como meme en nuestras mentes (el ambiente donde viven las ideas) gracias a la virtud de formar, entre las personas que creen en ellas, grupos cohesivos que trabajan por un objetivo común. En ese sentido, es interesante considerar y reconocer las ventajas y el valor que ha tenido y tiene la creencia en dioses y los relatos y costumbres religiosos. Mi problema con las religiones es que las veo como un obstáculo para el avance hacia una sociedad basada en la razón y el humanismo. Permítanme explayarme sobre esto último.

En primer lugar, a menudo tengo la suerte de dar charlas en colegios de diferentes características, incluyendo colegios religiosos, y veo el maravilloso trabajo de docentes y directivos, por lo que de ninguna manera se me ocurriría despreciar o subestimar su desafiante labor. En su inmensa mayoría, merecen toda nuestra admiración y respeto y creo que no suelen dejar que las ideas más “delirantes” y peligrosas de la religión interfieran, en términos generales, con una correcta educación. En este sentido, por ejemplo, la COORDIEP (asociación que nuclea a buena parte de los colegios de gestión privada de Argentina, tanto católicos como judíos, evangélicos y laicos) se pronunció muy claramente a favor de la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas, y esto es realmente lo que piensa la mayoría de los directivos y docentes de estos establecimientos educativos religiosos, aunque en la televisión sólo se muestre a quienes la rechazan, que son una minoría. Entonces, si podemos encontrar en las religiones (incluyendo a las personas e instituciones) diversas ventajas y virtudes, históricas y contemporáneas, ¿por qué muchas personas consideramos las ideas religiosas como un obstáculo hacia sociedades mejores? Veámoslo con un ejemplo.

Si les decimos a los niños y niñas que insultar al prójimo está mal, pero luego en el tránsito, en la cancha o en redes sociales nos comportamos de forma opuesta delante de ellos, estaremos de acuerdo en que no los estamos educando correctamente; nos van a imitar y van a empezar a darse permisos y excepciones para la regla. De forma análoga pienso que, si queremos educarlos en el pensamiento crítico, pero después les explicamos que hay que creer por una cuestión de fe, sin necesidad de evidencias razonables, que un hombre con poderes sobrenaturales nació de una mujer virgen, murió y revivió unos días después, ¿no caemos en una contradicción peligrosa, dejando la puerta abierta al pensamiento dogmático que tan mal ha hecho y continúa haciendo a nuestras sociedades? ¿No les estamos enseñando que hay ciertas cosas para las cuales está bien creer sin evidencias, sin uso de la lógica o la razón? Hablar de pensamiento crítico, del valor de la razón, de la importancia de la ciencia para el desarrollo de nuestras sociedades y de su rol fundamental de la educación, al mismo tiempo aceptando como verdaderas ideas religiosas en las instituciones educativas y hasta en la política y en los gobiernos, ¿no es ignorar el elefante en la habitación? 

Es el lado dogmático de la religión lo que me resulta incompatible con el avance hacia sociedades mejores, más justas y con menos sufrimiento; sociedades en las que el principio de igualdad sea el horizonte y la ciencia, el vehículo. Al mismo tiempo, creo fundamental destacar que es el mismo dogmatismo que en la Rusia atea y secular (y en tantos otros lugares del mundo laico) causó un genocidio. El problema, considero, es el dogmatismo, no las ideas. Y la religión es, por definición, un dogma; uno que se arroga la potestad (diría el deber) de establecer preceptos morales, rechazando (de nuevo, por definición de dogma) la necesidad de establecerlos bajo la luz de las evidencias y la razón. Soy profundamente respetuoso de las creencias de cada persona y su derecho a elegir cómo pensar, cómo vivir y cómo educar a sus hijos, pero sinceramente pienso que una educación que fomente desde la infancia temprana el pensamiento crítico y la compasión por los seres sintientes es lo que puede salvarnos.