Astato

ELEMENTO 85

Astato

85

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“He consumado mi vida en un instante”, dice en un verso Alejandra Pizarnik. Posiblemente no estaba pensando en el astato, pero qué bien le sienta la metáfora a este elemento. El astato es tan inestable que únicamente surge en la naturaleza como derivado de otros elementos más pesados, también inestables. Tiene muchísimos isótopos, todos ellos […]

“He consumado mi vida en un instante”, dice en un verso Alejandra Pizarnik. Posiblemente no estaba pensando en el astato, pero qué bien le sienta la metáfora a este elemento.

El astato es tan inestable que únicamente surge en la naturaleza como derivado de otros elementos más pesados, también inestables. Tiene muchísimos isótopos, todos ellos muy efímeros. El más persistente duró lo que un sueño: los átomos que existían cuando me fui a dormir desaparecieron mientras me duchaba esta mañana.

El astato es un quita sueño. Para entenderlo se necesita tenerlo puro en el laboratorio, pero no se deja atrapar fácilmente. Si se obtuviera una buena cantidad, se evaporaría por el calor de su propia radiactividad. “La jaula se ha vuelto pájaro”, sublima Pizarnik en otro verso que parece inspirado en el astato.

Por estas razones está en el podio de los elementos naturales más escasos sobre la faz de la Tierra. En este instante, la cantidad total de astato natural que hay en nuestro planeta pesa lo mismo que un gorrión. O cuatro colibríes. O un triple de miga.

Antes de que se lo hallara en la naturaleza, un equipo de la Universidad de California en Berkeley sintetizó por primera vez cantidades ínfimas de astato en el laboratorio bombardeando otro elemento, el bismuto, con partículas alfa. Y como vieron sus características, lo nombraron “astato”, del griego astatos, “inestable”. Un nombre que describía la situación mundial en su nacimiento, 1940.

Pero todavía faltaba mostrar su existencia en la naturaleza. En 1947, las físicas Berta Karlik y Traude Bernert mostraron que el astato, al ser inestable, suele convertirse en otro tipo de átomos más estables, liberando energía. Así, por ejemplo, puede pasar que el uranio se convierta en astato y este, en otro elemento, en una cadena de decaimiento radiactivo. Así, estas dos científicas austríacas se sumaron a la lista de mujeres de la tabla periódica. La lista es breve, pero incluye a varias científicas a veces tan ocultas como el astato.

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