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Hace 7 años publicamos el primer contenido Gato sobre cambio climático. En ese momento, el centro de la conversación todavía era la disputa sobre si existía tal cosa, o sobre si la influencia humana era la causa. La misma disputa que venimos pateando desde hace más de 40 años, embarrada activamente gracias al lobby de la posposición y la duda y, al mismo tiempo, por la negación propia.
No va a pasar. No puede ser tan terrible. Todavía tenemos tiempo.
Me asustó ver un video de Carl Sagan testificando frente al Congreso de los Estados Unidos en el año 1985. Me impactó ver modelos de clima de esa misma época describiendo el futuro —que ya es presente— y hacerlo con precisión y contundencia. Me acordé de Casandra, la pitonisa de Troya, que tenía el don de ver el futuro y al mismo tiempo la maldición de que nadie le creyera. Sentí la necesidad de buscar el contacto de toda una camada de profesionales para escribirles y decirles ‘tenían razón’, y al mismo tiempo me pareció profundamente insuficiente.
Porque, sí, tenían razón: la temperatura promedio sigue creciendo como los modelos previeron, los eventos climáticos extremos siguen ocurriendo cada vez más frecuentemente, perdemos biodiversidad de manera clara y medible, observamos millones de personas desplazadas por cambios en las condiciones de los lugares que habitan, y hasta vemos tensiones geopolíticas en las que la disputa energética es protagonista. Sabemos, también, que todo lo anterior va a seguir un trayecto para peor y a un ritmo acelerado, a menos que hagamos algo concreto, global y ahora.
No somos parte de las generaciones que descubren o entienden la realidad de la crisis climática. Somos las que hacemos algo, o no.
De esos dos escenarios, elegimos apostar todo a ganador. No por arrojo, sino por falta de opciones. Pero ¿qué es apostar a ganador? Es imaginar, diseñar e implementar un paradigma de desarrollo humano en relación con el ambiente que sea completamente nuevo, de escala global y magnitud intergeneracional. Cualquier objetivo menos ambicioso que ese es resignarnos a que cada año que pase sea peor que el anterior. Más lento o más rápido, pero seguro peor.
La buena noticia es que somos una especie con una gran historia de supervivencia, imaginación y cooperación a gran escala. Justo lo que necesitamos.
Desde Gato, tomamos una decisión. Durante mucho tiempo venimos usando la frase “hablemos de clima”. Ya no podemos usarla más. Hace apenas unos días se publicó el más reciente informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) y es muy contundente: no hay una disputa para adentro de la comunidad científica sobre la naturaleza antropogénica del cambio climático ni sobre la gravedad de sus consecuencias. Lo que ya sabíamos con certeza, pero ahora con una certeza abrumadora, horizontes de tiempo y hasta una larga lista de las soluciones potenciales que necesitamos desarrollar, implementar y escalar para no solamente detener este proceso sino revertirlo.
No necesitamos hablar de la crisis climática sino de lo que vamos a hacer para enfrentarla y, más aún, sobre lo que queremos que venga después. Imaginar qué hacer, cómo hacerlo mejor, y hacerlo. Quedarnos quietos no es una opción. Y ponernos en movimiento, pero sin ser lo suficientemente ambiciosos o propositivos es morir más lento.
Para sumar en el proceso de imaginar futuros y acciones para nuestro país y la región hicimos lo que hacemos siempre: buscar gente que sepa un montón e invitarla a construir esa visión de manera tan radicalmente abierta que invite a la conversación. Con esas personas, ideas y conversaciones vamos a hacer una primera bajada a papel en un libro que publicaremos más cerca de fin de año, con su respectiva preventa y versión libre y completa en web, como siempre.
Queremos construir el mejor proyecto posible. Uno que sirva para conocer y proponer, para intercambiar, para modificar la realidad, que devenga en un libro útil y propositivo. Sólido. Para eso, la mejor herramienta que tenemos es la comunidad.
El proyecto aún no tiene título, pero tiene algo mejor: borradores. A partir de hoy, empezamos a subir los textos preliminares al sitio, el lugar en el que siempre nos encontramos a conversar. Normalmente les pediríamos dejar un comentario sobre el texto, pero esta vez quisimos ir por más y nos preguntamos cómo generar el mejor feedback posible y preciso para quien escribe, así que desarrollamos un sistema que permite comentarios específicos en partes específicas del texto. ¿Una idea te hace ruido? La anotás directo. ¿Un paper puede sumar a la conversación? Linkealo directo para que lo veamos. ¿Escuchás un podcast con una perspectiva que vale la pena incorporar? Nos lo pegás ahí.
El primer capítulo fue escrito por Timoteo Marchini. Ahí van a encontrar las bases, el origen del problema, los gases involucrados, la historia de nuestro planeta, en fin, el punto de partida sobre el que tenemos que estar de acuerdo para empezar a conversar. Es, todavía, un borrador. Y está disponible acá.
Pero el proyecto es más que el libro. El proyecto es también este Newsletter, que saldrá mensualmente (para quienes se suscriban) desde acá y hasta octubre por lo menos. El proyecto incluirá posteos en redes sociales, charlas por twitch y todo lo que podamos hacer para construir un diálogo productivo sobre el futuro climático.
También sabemos que lo mejor que podamos hacer no deja de ser solo una parte de un esfuerzo gigante y colectivo que nos precede y que, esperamos, también nos suceda. Proponer y ejecutar las soluciones que eviten el colapso climático es un asunto tremendamente político: implica reconocer y navegar correlaciones de fuerzas, buscar alianzas, acostumbrarnos a pensar sistémicamente. Por eso, una gran parte de lo que hagamos en el marco de este proyecto va a ser buscar, leer y conversar sobre otras ideas de otras personas en otros soportes.
Les compartimos algunas de las que nos fueron interesantes en esta etapa de ir acercándonos al desafío:
- Acá Migue Granados en su podcast, La Cruda, recibe a Bruno Rodríguez, de Jóvenes por el Clima. Aprendimos de él el término ‘colapso climático’, igual de duro que de apropiado. A veces nos cuesta visibilizar lo rápido que puede quebrarse un sistema complejo como es el planeta entero porque nos acostumbramos a que todo vaya un poco peor, cada año, de a poquito, pero hay procesos que se disparan de un día para otro, cuando tocan un límite irreversible. Ese punto es el colapso. Bruno también menciona siempre la intersección entre clima y clase, y cómo ese colapso no nos va a afectar por igual a todes, ya sea que hablemos de personas de mayor o menor poder adquisitivo o países de menor o mayor capacidad económica. No perdamos de vista en esta discusión que el 50% de las emisiones corresponde a menos del 10% de las personas/países emisores, las de mayor poder económico, y que, al mismo tiempo, los efectos negativos se concentran muy fuertemente en el resto.
- Este es el newsletter de Elisabeth Mohle. Es siempre extremadamente clara y exhaustiva en abordar temas de ambiente y desarrollo. Me acordé de ella hace unos días, respondiendo comentarios en el Instagram de Gato. ‘¿De Chubut no dicen nada?’ preguntaba alguien, con urgencia de que estemos muy a favor o muy en contra de algo durante el desarrollo mismo de un conflicto no trivial de entender. Yo lo pude entender mejor gracias a ella. Recomiendo un montón que si les interesa este tema se suscriban.
- En la última reunión con autores y autoras del proyecto, Ezequiel Arrieta nos recomendó leer There is no planet B, de Mike Berners Lee. Ya lo tengo en la lista de cosas para leer, más después de haber visto su propia presentación sobre el libro, que dura menos de una hora y es super clara. Está en inglés, pero tiene subtítulos que andan razonablemente bien. Punto para Google translate.
- Terminé de leer How to avoid climate disaster, de Bill Gates. Este me lo recomendó Matías Peire, otro de les autores, y me sumó una perspectiva super interesante, principalmente la idea de que, para hacer esta transición, vamos a necesitar de las acciones conjuntas y articuladas de tres grandes áreas: los Estados, los privados y la tecnología. También me sirve la noción de ‘Green premiums’, que es la diferencia económica que hay entre los sistemas que hoy usamos y los que son necesarios de adoptar (por ejemplo, el costo de calentar una casa usando gas y usando electricidad de fuente renovable), y cómo los incentivos que haya tanto para desfavorecer los combustibles fósiles (cobrar un extra al gas por la emisión de carbono) como los estímulos para la adopción de opciones nuevas (dar exenciones impositivas al desarrollo de energía solar). No voy a problematizar extensamente el hecho de que el libro sea de Bill Gates, sé que esto no se va a solucionar por un señor millonario de Silicon Valley. Sí me atrevo a aventurar que con los señores millonarios de Silicon Valley no alcanza, pero que sin ellos no se puede.
Hoy tengo hasta acá, no dejen de ver el primer texto de Timo Marchini que ya está en el sitio. No dejen tampoco de comentarlo, de sumarnos cosas para mirar, de compartirlo para que llegue a todos lados.
Nos charlamos el mes que viene.
Pablo