Estimado/a,

 
Desde El Gato y la Caja, nos dirigimos a usted con suma preocupación acerca de un fenómeno que venimos investigando desde hace años: las drogas. En el 2017, editamos Un Libro Sobre Drogas, proyecto en el que participaron más de veinte profesionales de distintas disciplinas (entre las que se destacan: biología, psicología, bioquímica, toxicología e ingeniería mecánica), con el objetivo de abordar este fenómeno desde una perspectiva integral y compleja. La conclusión a la que llegamos no es una novedad: la legislación argentina actual presenta un gran desacople respecto de la evidencia científica.

Permítanos comentarle, brevemente, lo que eso implica:

Nuestro país descansa en que la Ley 23.737 — también conocida como la Ley de Drogas— contenga y solucione los problemas asociados a los consumos de diferentes sustancias psicoactivas a partir de una perspectiva prohibicionista. De este modo, se discrimina entre drogas legales, que son publicitadas y a menudo de venta libre (alcohol, tabaco, cafeína, ansiolíticos) y drogas ilícitas (cannabis, cocaína, LSD, heroína, etc), sin que exista ninguna correspondencia lógica entre el estatus legal o ilegal de una sustancia y su peligrosidad para consumidores y terceros.

El problema concreto e insoslayable es que esta ley genera más daño que cualquier droga y provoca, además, una atroz interferencia en el debido ejercicio de los roles del Estado. Por un lado, porque se empeña en insistir en un enfoque que está probado que no da resultados. Por otro, porque para ello malgasta recursos del Estado — policiales, judiciales y sanitarios— que podrían utilizarse de manera eficaz.


En 2019, según el Informe Nacional de Estadísticas Criminales del mismo año, el 66% de las infracciones registradas a la ley en Argentina fueron por tenencia simple. Es decir que se crearon una multitud de antecedentes penales a personas que, lejos de ser criminales, son simplemente usuarios. En este sentido, el enfoque prohibicionista tampoco integra una perspectiva que tenga en cuenta los Derechos Humanos. Como dice el Dr. Juan Pablo Mansilla en Un libro sobre drogas: “Ocuparse sobre la producción, distribución, comercialización y consumo problemático de sustancias problemáticas exige repensar estrategias efectivas para que la persecución del comercio ilegal de drogas no implique pisotear los derechos civiles de los consumidores”.


Sabemos que no es necesario recordarle las más de veinte muertes que tuvimos que lamentar en febrero de este año debido a la circulación de cocaína adulterada, o las cinco muertes que ocurrieron en 2016 durante la fiesta Time Warp. Lo que sí encontramos necesario señalar es la necesidad de aprender de esos eventos. Y si hay una lección, es esta: toda droga está adulterada. Esa es una de las consecuencias inevitables del prohibicionismo, que obliga a los consumidores a recurrir a mercados clandestinos y no les permite acceder a controles de calidad ni conocer efectivamente qué es lo que están consumiendo.
La prohibición genera que tres actores se beneficien de los altos costos que genera el mercado ilegal de sustancias: quienes comercian (o sea, el narcotráfico), un sector corrupto de la policía y un sector corrupto de la política. Acudimos a usted porque consideramos que tener otra legislación es posible y que para ello es necesario involucrarse e informarse. Pero, más aún, es necesario actuar en consecuencia. No tomar posición es tomar posición. Porque no tomar posición es continuar abonando a un sistema que sabemos que no funciona, que sabemos que no soluciona nada y que sabemos que genera mucho daño.

Este es un debate urgente. Según varios reportes, como el de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD-OEA) y el de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD), actualmente se observa un aumento de la población que consume, mayor variedad de sustancias disponibles en el mercado y una disminución en la percepción de riesgo en la población frente al uso de drogas.

Queremos que todas las personas tengan la oportunidad de conocer más sobre las sustancias psicoactivas y su relación con el ser humano, así como de recorrer la historia de las políticas de drogas —a través de los ojos de la ciencia—, para poder pararse frente a esta enorme discrepancia, reflexionar sobre ella y desafiarla.

La política y la ciencia deben ser aliadas y trabajar juntas.

Por eso, le acercamos la versión digital de Un libro sobre drogas, disponible para su descarga en este link. El mismo se encuentra también, desde hace años, subido gratis a nuestra web y, al día de hoy, ha recibido más de 800.000 lecturas. Nuestra intención es que usted también lo lea. Si lo prefiere, con gusto podemos enviarle la versión física a su despacho con solo confirmarnos su deseo.

Por favor, le pedimos que conteste este mail para que sepamos que lo recibió. Confiamos en que un conocimiento más profundo sobre esta realidad le permitirá utilizar su espacio de influencia para transformarla.

Saludos cordiales,
El Gato y La Caja

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