Las puertas de la depresión
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Las puertas de la depresión

Droga milenaria podría combatir la depresión en casos en los que la farmacología actual no pega.

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Decir que la depresión es un bajón sería correcto pero simplista. La depresión es un problema de gran escala, uno de salud pública. La OMS calcula que
300 millones de personas sufren depresión y que aproximadamente un tercio no responde a los tratamientos disponibles actualmente. En América Latina y el Caribe, la prevalencia la proporción de la población diagnosticada es de cerca del 5%.

El tratamiento farmacológico actual para la depresión son medicamentos antidepresivos que, si bien en muchos casos ayudan, en ese enorme tercio resistente al tratamiento, no. Y por si eso fuera poco, una vez administradas, estas drogas suelen demorar días y hasta semanas en aliviar los síntomas depresivos, a lo cual se suman los posibles efectos colaterales del remedio: irritabilidad, insomnio, aumento de peso, fatiga, pérdida de libido, dificultad para alcanzar el orgasmo y disfunción eréctil, entre otros.

Por todo esto, hoy en día se invierte mucho esfuerzo en la búsqueda de nuevas terapias farmacológicas. En este sentido, la semana pasada llegaron buenas noticias desde Brasil, donde un grupo de investigadores demostró que una única dosis de ayahuasca es capaz de reducir los síntomas de depresión en el primer día y sostener el efecto beneficioso por al menos una semana (el último control de los pacientes fue el séptimo día post-ingesta). Aunque aún falta un largo trecho, este nuevo trabajo deja a los psicodélicos un pasito más cerca de convertirse en nuevos tratamientos para múltiples patologías que se desarrollan en el territorio de la mente.

La ayahuasca es una infusión que viene siendo usada desde hace milenios por los humanos de la región amazónica. Se trata de una cocción de plantas que contiene dos drogas principales: dimetiltriptamina (DMT) e inhibidores de monoamino oxidasa (IMAO). Básicamente, la DMT es la responsable de la experiencia psicodélica, mientras que las IMAO posibilitan su efecto en el sistema nervioso central y lo prolongan. En Brasil se empezó a utilizar en entornos religiosos en pequeños centros urbanos alrededor de 1930, llegando a las grandes ciudades hacia los años ‘80, y luego expandiéndose por el mundo.

Si bien ya se había sugerido el efecto rápido y positivo de la ayahuasca en un estudio previo, esta nueva investigación de Fernanda Palhano-Fontes y colaboradores es la primera en reportar un ensayo de ayahuasca doble ciego randomizado contra placebo. ¿Lo qué? Lo siguiente.

La brasileña, junto al equipo de colaboradores, reclutaron 29 pacientes depresivos, resistentes a los tratamientos disponibles en el mercado actualmente, y los dividieron de forma aleatoria en dos grupos. A un grupo se le dio ayahuasca y al otro se le dio un placebo. Para lograr que fuese lo más indistinguible posible de la infusión milenaria en cuestión, cuidaron detalles como que el placebo tuviera un sabor similar a la ayahuasca e incluso le agregaron sustancias que generaban malestar estomacal (una reacción muy común cuando se consume ayahuasca). El doble ciego implicaba que ni los pacientes ni los investigadores sabían si lo que se administraba en cada caso era la ayahuasca o el placebo. Antes, durante y hasta 7 días después de la ingesta, los pacientes fueron monitoreados y sus síntomas de depresión evaluados.

La escala MADRS (Montgomery–Åsberg Depression Rating Scale) es un cuestionario usado en psiquiatría para determinar la severidad de la depresión. A mayor puntaje MADRS, más severa la depresión. Vemos que, si bien el efecto placebo existe (línea azul de la figura) −es decir que los pacientes que tomaron placebo experimentaron una disminución en sus síntomas−, el efecto es mucho mayor en la ayahuasca (línea roja) y se mantiene 7 días después, cosa que no sucede con el placebo (Fuente: figura 3 del paper original).

Los efectos colaterales más conocidos de la ayahuasca son el ya mencionado malestar estomacal/intestinal en las horas posteriores a la ingesta (con probables vómitos) y la posibilidad de un muy mal viaje cuyos efectos agudos suelen durar unas 4 horas (también está la posibilidad de un muy buen viaje). Además, es importante tener en cuenta que, al contener IMAO, la ayahuasca puede tener interacciones medicamentosas peligrosas con muchas drogas, por ejemplo los antidepresivos más usados actualmente.

En el mismo trabajo, les autores consideran que el efecto antidepresivo de la ayahuasca podría deberse simplemente a la acción de las IMAO ―que son de las primeras medicaciones que se desarrollaron contra la depresión― aunque proponen que la DMT podría estar interviniendo mediante la activación de unos receptores llamados sigma-1 presentes en el cerebro, que ya fueron implicados en la depresión. Esta hipótesis cobra fuerza al considerar que las IMAO presentes en la ayahuasca (al contrario de las disponibles como medicación antidepresiva) son de corta duración, por lo que no serían suficientes para explicar el efecto sostenido de una semana. Quizás la DMT y su experiencia psicodélica tengan algo que ver, quizás no. Para responder estas y otras preguntas, el equipo sigue trabajando en esta y otras líneas de investigación relacionadas.

Si bien aún falta para que la psiquiatra recomiende ayahuasca a los pacientes, este tipo de estudios piloto son fundamentales y nos obligan a  repensar la farmacología. En palabras del profesor coordinador de este trabajo, Draulio Barros de Araújo: “Hay una nueva ola psicodélica en camino, y tenemos la oportunidad de recuperar el tiempo perdido. Estas son sustancias poderosas que deben ser tratadas con mucho respeto y usadas en ambientes apropiados y con intenciones apropiadas”.

Esperemos que esta ola siga avanzando y derribando prejuicios para que estas drogas puedan seguir siendo investigadas. Quizás en estas sustancias habiten múltiples soluciones para las millones de personas que podrían beneficiarse (y hasta curarse) con ellas.