Tecnecio

ELEMENTO 43

Tecnecio

43

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Hay una parte de la historia de la construcción de la tabla periódica que fue como jugar a las escondidas. A Mendeléyev, después de haber ordenado los elementos cuya existencia era conocida, le quedaron algunos huecos. Y estaba todo bien, porque eventualmente serían llenados por los elementos que no habían sido encontrados en la naturaleza […]

Hay una parte de la historia de la construcción de la tabla periódica que fue como jugar a las escondidas. A Mendeléyev, después de haber ordenado los elementos cuya existencia era conocida, le quedaron algunos huecos. Y estaba todo bien, porque eventualmente serían llenados por los elementos que no habían sido encontrados en la naturaleza aún. Esta es la historia del descubrimiento del tecnecio, el que mejor supo esconderse.

Tuvieron que pasar casi 70 años desde la primera vez que Mendeléyev propuso la existencia del elemento con número atómico 43 hasta que pudiera ser detectado en la naturaleza. En 1937, dos científicos italianos, Emilio Segré y Carlo Perrier, viajaron a California y convencieron a Ernest Lawrence de que les regalara los restos descartados de un acelerador de partículas que él había inventado. Los italianos estaban convencidos de que la actividad radiactiva detectada en el acelerador estaba dada en realidad por la presencia de otro elemento, y que, como el acelerador estaba lleno de molibdeno (elemento 42), podría tratarse del famoso elemento 43. Confirmaron el hallazgo y el elemento pasó a ser conocido como el primero producido sintéticamente (en este caso, sin querer), dado que provenía de los restos del acelerador de partículas, cuyas reacciones no ocurren espontáneamente en la naturaleza. Lo nombraron τεχνητός, del griego technètos, que significa “artificial”.

Los estudios que siguieron a su descubrimiento en Italia mostraron que este elemento no tiene isótopos estables (y si están duran muy poco), y que todos ellos tienen una vida media bastante corta en comparación con la edad de la Tierra. Esto quiere decir que todos los átomos de tecnecio presentes cuando empezó esta cosa llamada planeta se desintegraron muchísimo antes de que Mendeléyev se pusiera a jugar. Fue su corta vida media lo que hizo que durante todos esos años en los que se lo había buscado resultara tan dificultoso aislarlo. 

Al final, el tecnecio no era el que mejor se escondía, sino al que llamaban a comer en el medio del juego y se iba sin avisar.