Hola! Espero que este mail te encuentre bien. A mí me encuentra mejor de jet lag, dato irrelevante hasta compartir que vengo de, literalmente, darle la vuelta al mundo en dos semanas. China es impresionante, pero no necesariamente de la forma en la que esperaba, así que voy a tratar de ordenarme empezando desde acá.

Hace apenas tres meses me crucé en la cocina de la oficina con Matías Peire, fundador de GridX y con quien grabamos este episodio de Sherpas, y me recordó que durante esa grabación, nos hicimos una pregunta: China ya tiene un rol hegemónico en la Transición Energética con el desarrollo de tecnologías de energía renovable, como los paneles solares y baterías… ¿está buscando un rol parecido en la Transición Material con el cuerpo de tecnologías centradas en la vida? Recordemos que esto fue el tema central del último newsletter y del ensayo Un futuro vivo

La respuesta de Mati al momento de grabar fue ‘la verdad es que no sé, China queda lejos, saltar las barreras de información es difícil y hace que no tenga una idea clara de lo que está pasando allá con este proceso’.

Pero su intención no era simplemente recordar la ausencia de una respuesta mejor, sino avisarme que iba en su búsqueda. Porque en ese momento se estaba armando un viaje de exploración. 

Técnicamente, lo estaba armando Diego Marcos, un economista argentino que hace más de 20 años sintió tanta curiosidad por China que se fue, solo, a explorar, y encontró tanto que volvió a ir 30 veces más en esas dos décadas. 

Recién pude dimensionar la magnitud de la aventura que eligió perseguir Diego después de ir yo y experimentar en carne propia la mayor desorientación civilizatoria de mi vida, pero eso es para el final de la historia y recién estamos empezando.

Sobre cómo se arma una aventura

Los protagonistas del viaje iban a ser startups disruptivas tanto de bio como de digital / AI de Latinoamérica, seguro con más peso bio porque, como ya hablamos en varias oportunidades, es nuestro sector de deep tech autóctono actualmente más diverso, maduro y prolífico. S bien nosotros acá no teníamos claro el grado de avance en China en estos cuerpos de tecnología (ni ellos los nuestros), lo que seguro había era un interés mutuo por tener más y mejor información directa el uno sobre el otro. Así, empezamos a pasar los días conversando sobre quiénes se iban sumando, de qué países eran, orientados a qué tecnologías. Investigamos sobre las ciudades a visitar, sus institutos de investigación, sus dinámicas de venture capital, las formas en las que la industria interactúa con la innovación. Todo, por supuesto, leído en la clave occidental a la que teníamos acceso --porque recordemos que internet no es una sola cosa, son por lo menos dos, y una enorme queda del lado de adentro de China y no se la puede visitar sin una VPN—.

Acá, el contingente. Dos docenas de founders de startups, cinco aceleradores / habilitadores del ecosistema (incluido Gato) y tres especialistas en armar puentes largos, MUY largos.

El equipo organizador necesitaba ayuda para terminar de aterrizar el diseño y narrativa estratégica del viaje. ¿Qué es lo que íbamos a buscar? ¿Por qué ahora? ¿Qué podemos hacer juntos que no podemos hacer separados? ¿Cómo compartimos lo que hacemos en una clave que supere distancias culturales e institucionales?. 

Avanzamos, a lo Gato, de manera obsesiva, inundándonos de información sobre la historia de China, su presente, sus costumbres, sus planes quinquenales, sus cambios demográficos, la iniciativa Made in China 2025. Todo lo que nos pudiera orientar en responder la pregunta de cómo participar de engranar una transición, ya no energética y basada en solar, viento y baterías, sino material y basada en la biología como tecnología fundamental.

Creemos que estamos para una de estas pero no para la gestión de electrones sino de átomos. ¿Cómo la ven? 

Quienes sí conocían China desde hace décadas, observaron nuestra ambición casi con escepticismo. ¿Hace años que miramos para allá? Sí. ¿Venimos investigando procesos productivos chinos? Sí. ¿Tratamos de historizarlos, entender sus particularidades sociales, culturales, geopolíticas? Sí. 

No va a alcanzar. Es China. En palabras de Diego: ‘Para entender China, tenés que ser tataranieto de chinos’. Algo que me sonó mucho a ‘Argentina, no trates de entenderla, disfrutala’.

Una Ruta de la Seda Viva

Aún así, fuimos. Y aún dejando mucho sin entender, encontramos algo. Una idea, una visión orientadora. Volvimos de China no necesariamente sabiendo cómo hay que transitar el camino al futuro, pero sí sabiendo mejor hacia dónde ir y por qué hacerlo ahora.

Por un lado, sabemos esto sobre el mundo:

  1. Nos toca vivir una transición civilizatoria (haciendo La máquina ingobernable aprendimos que esa transición incluye Tecnologías, Modelos de negocios, Instituciones y Hegemonías). 
  2. No está claro todavía quién gana, pero sí que hay varias carreras tecnológicas en movimiento. 
  3. Estados Unidos ya aceptó la biotecnología y bioingeniería como tecnologías clave, de importancia geopolítica (hay todo un NL para hacer solo de este tema), sabemos que China importa más productos bio de los que produce y que nuestro país provee muchos productos de base bio, pero principalmente materias primas sin complejizar. 
  4. China hoy dispone de más capital del que puede alocar, aún cuando convertir capital en innovación y manufactura es lo que viene haciendo de manera asertiva hace décadas.
  5. Nadie nunca maduró, produjo e implementó proyectos ingenieriles a escala como lo hace hoy China.

Por otro lado, sabemos esto sobre nuestro ecosistema local bio:

  1. Crece de manera exponencial (literalmente). 
  2. Incluye ya más de 300 empresas de tecnologías profundas. 
  3. Entendemos cada día mejor algunos de los cuellos de botella que necesitamos superar (principalmente, capital y adopciones de tecnologías por empresas grandes) 
  4. Es muy claro para el mundo, para bien y para mal, la abundancia en recursos bio que tiene nuestra región: desde suelos, agua y clima en el que los sistemas vivos pueden desarrollarse, hasta los 4 mil millones de años de soluciones codificadas en la biodiversidad (LATAM tiene el reservorio de información bio más frondoso del mundo) que todavía no entendemos bien cómo buscar, indexar, transformar y desarrollar a escala, pero estamos en eso. 
  5. Va a haber una pelea filosófica y política. Es importante participar activamente de la conversación para que podamos priorizar, cuidar y hasta regenerar Latinoamérica, y que su valor se mida por una larguísima lista de razones que van desde lo intrínseco hasta lo humano y recién después, también, lo económico y material.

Cuando ordenás todo esto te das cuenta de que, entre dos regiones así de complementarias, aparece clara la posibilidad de tejer un puente. De hacernos la pregunta de cómo luce extender el espíritu de la Franja y la Ruta —la iniciativa comercial / logística / tecnológica que China proyecta en el mundo— llevando la Ruta de la Seda al futuro, pero esta vez no en una forma que vaya por tierra o por mar, sino por un puente basado en vida: insumos, técnicas, talento, tecnología, información y ciencia de sistemas vivos. 

Una matriz productiva con base de tecnologías que no operan en contra de los sistemas y flujos vivos sino a favor. 

Una Ruta de la Seda Viva, un Bio Silk Road.

‘El Primer Encuentro Sino-Latinoamericano de Emprendedores tiene como objetivo fortalecer la cooperación entre las empresas china-latinas en biotecnología y otros campos de innovación, establecer una plataforma de intercambio, promover el desarrollo de proyectos en China y construir conjuntamente una Ruta de la Seda biotecnológica’. Acá el artículo completo en uno de los medios chinos que cubrieron la visita. 

Picos, palas y promesas

Tengo muchísimo para compartir, tanto que no entra en un solo correo así que expandir y profundizar en este tema será el motivo de los newsletters que vendrán, pero quería empezar por algún lado y contarles en caliente lo que vemos que está pasando, lo que empujamos que pase y lo que creemos que puede pasar si seguimos empujando.

Tengo historias de megalópolis de hormigón y edificios de 50 pisos que conviven con parques enormes, de incontables edificios de halls gigantes, de mercados nocturnos con zapatillas baratas, de trenes que cruzan el país con naturalidad y masividad a 300 km por hora, de meseras que atienden parrillas de madrugada con camisetas de Messi y de directores de fondos de inversión que te confirman que nuestras tecnologías están en temperatura y relevancia, y allá hay plata para meterle y recursos para que escale, que hay laboratorios para albergar a los equipos, pero que, eso sí, estas son tecnologías estratégicas, así que van a necesitar un cofundador local con un porcentaje grande de participación accionaria y tener una sede o fundar una nueva organización allá.

Pienso en NVIDIA, que vende los chips sobre los que corren todos los modelos de IA de punta, que hace unos días presentó unos balances buenísimos. Porque cuando hay una fiebre del oro, los que ganan son los que venden picos y palas. En el momento en el que el mundo empieza a correr una carrera por la supremacía tecnológica de base biológica, tantos años entendiendo las herramientas de lo vivo le dan a nuestra región una de esas oportunidades que aparecen una sola vez. 

Será cuestión de navegar el futuro como hacemos siempre: con los ojos en el mundo pero el corazón acá.

Nos hablamos la próxima.

Pablo