La idea de una "escala humana" en el diseño urbano se opone a la tendencia del siglo XX de organizar las ciudades en función del automóvil o de la zonificación rígida que separa funciones. Por el contrario, busca fomentar la vida en el espacio público, reconociendo que la gente va a donde hay gente. La ciudad no es sólo un escenario, es el medio a través del cual nuestra vida sucede. La escala humana propone no confundir el medio con el fin. Que la vida en la ciudad no sea sólo circular y sobrevivir, sino estar y vivir.
El urbanista danés Jan Gehl propone la máxima: "Primero la vida, luego el espacio y por último, los edificios. Al revés nunca funciona".

Mixtura de usos
La combinación de viviendas, comercios de cercanía, talleres y pequeñas industrias en una misma área hace que la vida suceda en varios lugares y a toda hora, gracias a entornos donde caminar es eficiente, conveniente y deseable. Hay que evitar la desolación de zonas monofuncionales, como los viernes a la tarde en los centros de oficinas y bancos.
Arbolado urbano
El árbol en la vereda es el abrazo de lo funcional con lo estético. Los árboles regulan la temperatura, aportan sombra, amortiguan vientos y ruidos, y atraen fauna urbana, como pájaros y mariposas. Los árboles hacen que caminar una cuadra no sea un costo para llegar a un destino, sino una experiencia a disfrutar. Incluso puede ser un fin en sí mismo: salir a caminar para ir a caminar.
Ojos en la calle
Las cuadras con vida activa, donde residentes y comerciantes interactúan, generan una "vigilancia natural" que disuade el delito. La seguridad no sólo es policial, sino también el resultado de un espacio público vital.
Cuadras cortas y variadas
La línea recta sin interrupciones fue hecha para las máquinas veloces e impersonales. Las personas caminamos en busca de giros, ríos, cascadas. En la ciudad también. La vereda conecta cosas cercanas, sus pliegues y dobleces aumentan la frecuencia de intersecciones, rompen la monotonía y añaden interés al recorrido peatonal, especialmente si incluyen giros y sorpresas.
Veredas anchas y en buen estado
Para una persona con movilidad reducida o con un cochecito de bebé, una vereda en mal estado es como un puente derrumbado. Pero una vereda en buen estado beneficia a todos, hace que usarla sea más fácil, más seguro y menos costoso. Por mucho auto que uses, en algún momento tenés que caminar: las veredas son la infraestructura peatonal más básica.
Bordes suaves en los edificios
Fachadas transparentes, grandes ventanales, múltiples entradas y bienes expuestos invitan a la interacción, a aminorar la marcha o a detenerse. Las cafeterías son ejemplos clave de espacios que fomentan el encuentro social y la permanencia.
