El sueño de la razón produce monstruos. Francisco de Goya.
Un texto de urgencia política, como este, busca entender qué hay de nuevo en el mundo, qué del mundo se nos ha vuelto, en la última década, diferente y distante; qué es lo que hoy se resiste a nuestros análisis y, por tanto, se nos ha vuelto relativamente incomprensible.
Las nuevas derechas, los registros de dominación colonial y neocolonial, la construcción del acontecimiento periodístico, la algoritmización del consumo son sólo algunas de las experiencias novedosas del mundo contemporáneo cuyo entendimiento y reflexión se han llevado todos nuestros esfuerzos intelectuales. Ahora bien, ¿acaso estos esfuerzos nos han llevado a desarrollar un conjunto de tácticas concretas que nos permitan construir un mundo diferente?
La teoría, tal como la entendía Lenin, condición obligatoria de la práctica política, es siempre una herramienta fundamental y necesaria. Sin embargo, cabe la posibilidad de que la inmensidad del mundo, es decir, aquello que está fuera, por su velocidad y carácter vertiginoso, nos haya empujado, simultáneamente y en el campo del análisis político, a ciertas dinámicas “aplicacionistas” en las que hemos 1) “reenviado” cualquier incongruencia o contradicción aparente del mundo a nuestros ya legitimados pero vetustos sistemas de interpretación, a la vez que 2) olvidado o pasado por alto las cosas que nosotros mismos hemos hecho con “aquello que hicieron de nosotros”.
Todavía, y siempre de forma conjunta con el intento de interpretar y transformar aquello que existe afuera, es decir, el mundo, es necesario hablar de lo que venimos haciendo con cierto rasgo de iteratividad y repetición con nuestros propios cuerpos, nuestras propias palabras y nuestras propias ideas, muchas veces sin efectos perdurables o favorables a nuestros intereses políticos.
De eso se trata este ensayo: de la pregunta, en el marco de este tiempo histórico extraño, de un modesto “nosotros”. La pregunta por este “nosotros” no apunta a desarrollar un programa de gobierno ni un nuevo “manifiesto”, no apunta a refundar la teoría crítica ni a poner “de cabeza” la tradición política de la que se siente parte. Su intención, por el contrario, es tanto más humilde: una revisión molecular de nuestros deseos contemporáneos, de nuestros cuerpos y su capacidad, de nuestros vínculos y de aquello que podemos hacer para reconvertirlos.
En el marco de ese gesto, este ensayo es una intervención irresponsable. Irresponsable porque se mueve bajo el supuesto de la urgencia o de la primacía de nuestro contexto político por sobre la fineza filosófica con la que podríamos desarrollar un diagnóstico de nuestra época. Esta primacía de la crisis y la coyuntura por sobre la fineza del diagnóstico nos lleva a convidar un discurso de divulgación, a veces poco sistemático, poco riguroso, que aun con graves errores conceptuales y categoriales intenta avanzar sobre un presente incierto, o un vacío. Irresponsable también —irreverente, podríamos decir— puesto que pretende “ocupar” un espacio: aquel que hoy se encuentra relativamente vedado, deshabitado, que es el de una autocrítica genuina, honesta, que nos habilite formas múltiples del perdón mutuo, y con el objetivo de construir una nueva trinchera para el debate, la interpelación y la intervención política.
Este texto fue terminado en noviembre del 2024, luego revisado en febrero del 2025 y posteriormente recorregido en junio de 2025.
En los tiempos contemporáneos, un minuto es muchos minutos, un mes son muchos meses.
En esta volatilidad histórica, esperamos que este aporte, a pesar de su tiempo de maduración, resulte todavía, cuando llegue a sus manos, un insumo útil y atractivo para pensar y, sobre todo, actuar durante los años venideros.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
junio de 2025





