Capítulo 3.21

Buenos Aires, ciudad vacante

13min

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(Mainichi Shimbun, Tokio, 29 de mayo de 1983)

Por Ryunosuke Itoo

(Traducción: Mei Itoo Kuchma)

Buenos Aires, la Reina del Plata, está ubicada en la costa sudeste de América del Sur. Yace a orillas del Río de la Plata, río de anchura casi igual a su extensión que desemboca en el océano Atlántico. Durante doscientos años fue una de las ciudades más pobladas del continente. Puerto comercial, centro administrativo, vértice cultural y capital política de Argentina, Buenos Aires ha mantenido a lo largo de gran parte del siglo XX una población estable de casi tres millones de habitantes, a los que se sumaban cada mañana cinco millones de trabajadores provenientes de las afueras circundantes. Ninguno de todos ellos recorre hoy sus calles, ninguno puede dar fe de que la ciudad se mantiene intacta, como han asegurado durante los últimos doce meses los voceros del gobierno argentino. Hace exactamente un año, el 29 de mayo de 1982, la alianza liderada por Inglaterra y Estados Unidos consumó con puntualidad y precisión la amenaza de inundación provocada que había lanzado contra la ciudad doce días antes. Solo hubo quince observadores directos. Flotaban en el aire en tres helicópteros militares.

La comitiva estaba liderada por el Jefe de Estado, Pablo Martínez Aldana, que en sus quince años en el gobierno (cinco desde 1967 como vicepresidente primero y diez desde 1972 como presidente) jamás pudo haber imaginado algo similar. Bajo el constante batir de las hélices de uno de los tres Lynx HAS Mk2 color marrón que sobrevolaban la ciudad, tuvo que ver cómo las calles de Buenos Aires se convertían en ríos, en prolongaciones espontáneas del Río de la Plata. Quienes lo conocían –y Martínez Aldana era famoso por su imagen de eterna lozanía– aseguran que envejeció sus quince años en el poder a lo largo de esa única tarde. El piloto declaró luego que durante una hora el presidente no había pronunciado palabra. Ante sus ojos y bajo sus pies, las calles se convirtieron en corrientes naturales. La Plaza de Mayo fue un lago.

Hay que decir, sin embargo, que la evacuación total de la ciudad y del conurbano cercano había sido un éxito, si se permite la expresión. Se diseñó en dos días y se llevó a cabo en otros dos. No hubo muertos ni heridos graves, no se desataron desmanes mayores. Los habitantes fueron redistribuidos en diversas ciudades, pero la mayor parte de la población evacuada se dirigió a la costa atlántica, a las principales ciudades balnearias del país. Esas localidades conformaban en conjunto el principal destino turístico cada verano, de modo que contaban con todos los servicios necesarios y su capacidad habitacional estaba ociosa. Millones de personas se convirtieron de la noche a la mañana en sus ciudadanos. Para completar el cuadro, Rosario, 300 kilómetros al norte de Buenos Aires, fue erigida Capital Provisoria. 

Fidel Castro publicó en Granma una reivindicación de la fallida empresa argentina y del liderato de Martínez Aldana. Los gobiernos de Chile y Colombia del Sur, los líderes de las dos principales guerrillas bolivianas, las cúpulas de Vietnam y Chipre sumaron diversos comunicados en ese sentido. El presidente argentino agradeció todos los mensajes de apoyo. La Unión Soviética y China, sin embargo, no han sido tan efusivos (sobran interpretaciones respecto de la ambigüedad de sus declaraciones). Margaret Thatcher celebró el triunfo como propio. Fue la única oradora en el acto principal de la temporada, presenciado en vivo o en repetición por un público de cientos de millones de personas alrededor del mundo. Ningún encuestador local ha discutido en Gran Bretaña desde entonces el resultado de los comicios del próximo 9 de junio. La Dama de Hierro gobernará por otro período. Por su parte, Ronald Reagan ha afirmado en el último Discurso de la Unión (8 de marzo): 

Aunque el mundo es un poco más seguro hoy, falta mucho por hacer. La Historia enseña que las guerras empiezan cuando los gobiernos creen que el precio de la agresión es bajo. Grave sería ignorar los impulsos violentos del Imperio del mal. No estamos felices de haber puesto en práctica el arma de disuasión más importante de la historia, pero lo hemos hecho con la tranquilidad de saber que hacíamos lo que debía hacerse. Hemos impedido el crecimiento del comunismo. América y el mundo libre han enviado un mensaje al mundo. Ese mensaje es que la libertad no se negocia.

Quizás sea útil repasar una cronología resumida de los eventos que llevaron a este estado de situación:

16 de abril de 1982: Fuerzas de ocupación argentinas zarpan del puerto Belgrano con órdenes de “descolonizar” las islas Malvinas.

17 de abril: El desembarco y la ocupación de la capital malvinense, Puerto Argentino (Stanley), se realizan sin bajas civiles ni militares. 

18 de abril: En un acto al que acuden las principales figuras políticas de Cuba, Chile y Colombia del Sur, el presidente argentino hace oficial la “descolonización” del archipiélago. La esmerada producción del evento permite suponer que la empresa ha sido discutida y convenida por los cuatro gobiernos socialistas latinoamericanos. Fidel Castro, orador invitado, aprovecha la ocasión para comunicar el cumplimiento en plazo de los dos puntos acordados cinco años antes para los cuatro países por los cuatro gobiernos (eliminación total de la indigencia, alfabetización computable en 99%) y asegura la futura extensión de estos logros para la población de las islas. Gran Bretaña llama a la “comunidad libre” del mundo a una reunión de seguridad a realizarse el día siguiente en Londres. Estados Unidos, Alemania Federal, Japón, Israel, Francia, Polonia, Austria, Corea del Sur, Australia, Canadá, Holanda y Bélgica se comprometen a enviar emisarios. 

19 de abril: Fracasa una reunión de urgencia convocada por el gobierno brasileño en la ONU. Diplomáticos de Perú, Paraguay, Venezuela, Uruguay y México suman comunicados en esa línea. Mientras tanto, todos los países alineados con Gran Bretaña reúnen a sus diplomáticos en Londres. 

20 de abril: Se difunden las primeras informaciones concretas de preparativos militares en respuesta a las acciones del gobierno sudamericano. Una primera flota con efectivos pertenecientes a los países “aliados” es organizada en algún sector del hemisferio norte. (El adjetivo “aliados” es discutido y rechazado por una parte de la opinión pública, pero se impone gracias a la insistencia de los grandes medios de comunicación. La volanta más repetida a nivel internacional en las publicaciones que tocan el tema es “Tercera Guerra Mundial”.) 

21 de abril: La Unión Soviética convoca a una reunión de carácter urgente en Moscú de la que participan China, Corea del Norte, Vietnam, Chipre, Rumania, Bulgaria, Hungría y Alemania Democrática, además de los embajadores de los cuatro Estados socialistas latinoamericanos. El documento resultante es enviado a la sede central de la ONU, en Nueva York, con instrucciones de comunicar a Londres la necesidad de convocar un encuentro diplomático. Se hace pública una comunicación enviada por Londres a la ONU en la que se confirma que se aceptará la propuesta del bloque socialista por medio de un documento “que se encuentra en preparación en conjunto con la OTAN”. (Es mayoritariamente aceptado que esa “preparación” fue el tiempo necesario para conformar el frente militar.)

22 a 26 de abril: La alianza europeo-estadounidense envía una flota liderada por dos portaviones ingleses, los Invencible I y II, que asegurarán un virtual bloqueo del archipiélago austral. Confirmado el objetivo, los gobiernos “aliados” dan a conocer el documento en el que se acepta la reunión convocada por la asamblea de Moscú. Se acuerda el comienzo de una ronda de negociación en Noruega (país considerado neutral) con fecha el 30 de abril. 

27 a 29 de abril: Período marcado por la expectación y las reuniones secretas. Cálculos estadounidenses (no desmentidos por la Unión Soviética) señalan que el poder militar “aliado” con posibilidades de dirigirse a la región en disputa es treinta y cinco veces superior a la totalidad de la capacidad militar que poseen en conjunto Cuba, Chile, Colombia del Sur y Argentina. El informe indica que, en tanto el conglomerado socialista dispuesto por la Unión Soviética y China se rehúse a participar del conflicto, no habrá oposición real.

30 de abril a 7 de mayo: Las rondas de negociación en Oslo son infructuosas. El gobierno estadounidense exige la reunificación de Colombia como parte de la solución al conflicto. La Unión Soviética se niega a retirar el apoyo al gobierno colombiano del Sur (de carácter socialista) mientras “el gobierno del Norte funcione como un títere de Washington”. En el mismo período, Estados Unidos comunica en secreto a Gran Bretaña que seis meses antes ha culminado los estudios de un arma poderosamente “disuasiva”. Las autoridades del Pentágono discuten respecto de la posibilidad y los plazos para llevar adelante una inundación provocada en Buenos Aires.

8 a 15 de mayo: Fracasan repetidas veces los desesperados intentos de funcionarios brasileños por reencauzar las negociaciones por medio de la ONU. Similares tentativas en Oslo obtienen idénticos resultados. Los parlamentos de España, Suiza, Portugal e Italia emiten sendos comunicados en apoyo a la posición liderada por Londres.

16 de mayo: Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña lanzan un ultimátum al gobierno argentino. Se le otorga un plazo de doce días para retirar sus fuerzas del archipiélago. En caso de incumplimiento, el 29 de mayo se procederá a la inundación completa de Buenos Aires. 

17 de mayo: Graves discusiones en la comunidad internacional respecto de la “legalidad” de un ataque fuera del territorio en disputa. El canciller inglés, Lord Carrington, ofrece una conferencia en la que desarrolla el argumento “aliado”: ninguna disputa ilegítima por un territorio vale la vida de un ciudadano británico, estadounidense “o de la Europa continental y el mundo libre”. La amenaza de inundación provocada, cuyo cumplimiento es “perfectamente posible pero no inevitable”, tiene el objetivo de “disuadir” al gobierno argentino, y al comunismo internacional, de atentar contra “la libertad de los seres humanos libres del mundo”. 

18 a 23 de mayo: El gobierno argentino discute la veracidad de la amenaza. ¿Es posible inundar una ciudad a voluntad? Los gobiernos de la Unión Soviética y China exhortan a Martínez Aldana a retirar las tropas argentinas del archipiélago. El gobierno de Chile considera adecuado el consejo chino-soviético y recomienda a la Casa Rosada cumplir con lo necesario. Los gobiernos de Cuba y Colombia del Sur ofrecen planes alternativos (que no incluyen replegar las tropas). 

24 de mayo: Funcionarios “aliados” comunican a través de los principales medios internacionales que, ante la falta de respuesta por parte del gobierno argentino, la operación de inundación provocada será puesta en marcha. 

25 de mayo: Martínez Aldana informa que se comenzará el repliegue de efectivos (“lo que no equivale a rendirnos en nuestra búsqueda de justicia”). 

26 de mayo: Margaret Thatcher ofrece un discurso en el que advierte que no hay seguridad de que el gobierno argentino cumpla con lo exigido. Alega que el archipiélago en disputa está colmado de tropas argentinas “escondidas en sectores secretos”. Hacia las últimas horas del día, Ronald Reagan afirma que no hay vuelta atrás en el operativo y que ya ha sido puesto en marcha.

27 de mayo: El gobierno argentino dispone la evacuación “preventiva” de Buenos Aires. Se asegura a la población que “todos volverán a sus hogares” a comienzos de junio.

28 de mayo: El gobierno argentino comunica que no quedan tropas argentinas en el archipiélago. Se procede a una evacuación de emergencia de Buenos Aires. Martínez Aldana ofrece “pruebas irrefutables” de que ha entregado el archipiélago en tiempo y forma. Funcionarios “aliados” repiten acusaciones al gobierno argentino de mentir y ocultar efectivos en las islas o zonas aledañas.

29 de mayo: Buenos Aires es inundada casi completamente por la nueva tecnología militar estadounidense. El gobierno argentino prohíbe filmaciones y fotografías. 

Hasta aquí los hechos como han sido dados a luz. Tal vez sea necesario agregar a este recorrido las palabras de Martínez Aldana en una famosa entrevista posterior a la capitulación:

Asumo que el planteamiento que presentamos no fue el acertado y me hago cargo. El que tomó la última decisión fui yo. Cuando se siente una adhesión y una respuesta absoluta del pueblo, lo que es una necesidad, entonces se va con ello. Pero estuvo mal elegido. Interpreto la lucha contra el colonialismo como la propusimos, pero no fue acertado. Es posible pensar que se hubiera podido neutralizar a un poder superior sin actuar como si se estuviera a la par. Es evidente que la realidad se ha demostrado contraria a nuestra praxis en esta ocasión. Asumo que el intento fue fallido y que no se consiguió lo que se propuso.

En gran parte de los medios del mundo se ha descrito el conjunto de los acontecimientos como “la primera guerra sin bajas” de la historia, pero hoy vale preguntarse si realmente fue una guerra. Entre las conocidas discusiones al respecto, ningún ejemplo es mejor que el de la prensa francesa para ofrecer las posiciones más repetidas. Serge Lafaurie ha firmado en el último año incontables artículos en los que defiende la tesis de que el gobierno estadounidense aprovechó la ocasión para concluir sus experimentos de inundación y enviar un mensaje al mundo todo. Señala que no hubo batallas, que el enviado de Ronald Reagan tenía expresas instrucciones de impedir cualquier acuerdo en Oslo, que los gobiernos europeos han ayudado intencionalmente o no a Estados Unidos en sus objetivos. Jean-François Revel presenta la tesis opuesta. Repite sus habituales loas al liberalismo y agrega que solo el humanismo estadounidense y británico, acompañado por la madurez de los gobiernos de la Europa continental, ha conseguido el fin de la guerra sin muertos que lamentar. Según sus escritos, si se hubiera encontrado en la misma posición, la Unión Soviética jamás habría dudado en impulsar una catástrofe de proporciones planetarias.

Hoy la situación parece detenida. Buenos Aires se inunda cada atardecer por el efecto de una tecnología que la mayoría de los habitantes del mundo desconoce. El gobierno de Estados Unidos no ha ofrecido detalles. Según voceros argentinos, las zonas más altas de la ciudad permanecen secas, pero ninguno de los servicios básicos ha sido restaurado y la población evacuada ha sido reubicada “semipermanentemente y sin mayores inconvenientes”. La capital de Argentina ha sido radicada en Rosario. Se rumorea que el gobierno de Martínez Aldana, que no sin oposiciones ha sido revalidado en su cargo por la Asamblea Nacional, ha comenzado negociaciones con China para la reconstrucción de la excapital argentina. En las islas Malvinas, la cuarta Armada más grande del mundo se mantiene a la espera. La Unión Soviética ha ayudado a fortalecer las defensas en Colombia del Sur. Nadie puede saber con certeza cuánto ha sido modificado el mapa geopolítico mundial. Buenos Aires es una imagen perfecta de esa incógnita.