—Si sólo hubiera algo con que poder atravesarme la garganta en este maldito lugar. Puedo verlo: mi mano firme, sosteniendo un pedazo afilado de metal, apretando, primero suave y de a poco cada vez más fuerte, sentir cómo se desgarra la piel unos milímetros, cómo brota la sangre, una lágrima de sangre y después un hilo, y entonces apretar un poco más y deslizar lento la mano a lo largo del cuello, sentir la tráquea que se traba en el camino y atravesarla de un tirón, terminar de abrir el tajo con lo último de fuerza que me queda y entonces sentir cómo la vista se me apaga, cómo el aire se mezcla con la sangre y mi respiración se convierte en un borboteo, dejarme caer al suelo y el charco de sangre que se extiende y los movimientos espásticos del cuerpo que lucha por sobrevivir más allá de la certeza del cerebro de querer saberse muerto, el cuerpo resistiendo, librando la batalla con la mente ya rendida, derrotada. Qué bella escena. Sigue ahí, grabada en mi memoria, perfecta, imborrable. La mejor experiencia de simulación que haya vivido jamás en HumanLife. Si sólo hubiera algo con que poder atravesarme la garganta también en este maldito lugar.
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