—El otro ciclo soñé con vos.
—Algo lindo, espero.
—Fue más bien una pesadilla.
Artha me mira fijo a los ojos. Me examina. Me pone muy nerviosa cuando hace eso. Como si me estuviera analizando o jugando de alguna manera conmigo, midiéndome.
—¿Hace cuánto no tenías una pesadilla?
Hago memoria y no vuelve ningún recuerdo preciso. La imagen de la última pesadilla está tan impregnada que pareciera no dejar lugar a nada más.
—No recuerdo.
—Están haciendo efecto los sintets.
—¿Cómo?
—Conjunto de caracteres y procesos psíquicos que, aunque condicionan la conducta, no afloran en la conciencia.
—¿Qué?
—El inconsciente. Se está expresando.
—No entiendo.
—No te preocupes, vas a ver que te vas a sentir mucho mejor.
—No sé si me estoy sintiendo mejor.
—Depende qué consideremos mejor. ¿Siguen los dolores, como puntadas en la cabeza o un zumbido insoportable?
—No, ya no… Pero me siento mareada o… inestable.
—Es bastante lógico.
—Por momentos siento como si todo fuera distante… O irreal. Incluso el habitáculo.
—El habitáculo es el menos real de todos los ambientes, Lula.
—¿Qué decís? Si vos misma diseñás esto que estamos viendo ahora. ¿Cómo podés decir que es más real que el habitáculo?
—¿Y cómo sé que no hay alguien que haya diseñado el habitáculo así como yo diseñé esto? ¿Qué es más real? Esto parece mucho más real que el habitáculo. Miranos. Mirá a tu alrededor.
Observo el paisaje de PauseTime de este ciclo. El cielo naranja bañado por los cuatro soles que caen en direcciones opuestas, en perfecta sincronía, y siete lunas dispersas en forma de espiral. El parque bajo una luz amarilla que le da un tinte cálido, tranquilizador.
—Es hermoso.
—Lo hice para vos.
Sonrío y nos quedamos en silencio, mirando el paisaje.
—¿Cómo sabés que no soy un bot, Lula?
—Lo sé.
—¿Por qué?
—Lo sé. Porque…
Artha se ríe a carcajadas y algo en sus ojos me genera una sensación de escalofrío que me sube por la espalda y me estalla en la cabeza. Nunca había sentido algo así en HumanLife, ni siquiera con los mejores trips. Como un vacío cálido y liviano. Artha asiente y me toma la mano.
—¿Sabés cómo sé que no sos un bot?
—¿Cómo?
—Por esa sensación.
Artha sube la mano por mi muñeca, el codo, el hombro y baja por el cuello hasta el pecho y más abajo en la panza, el vientre y siento un calor suave y punzante.
—Puedo sentirte detrás de esta cáscara de avatar.
—Yo también puedo…
Artha asiente y sus ojos se vuelven más profundos, más melancólicos, y el sol del paisaje brilla en ellos y me pareciera verla llorar, aunque no hay lágrimas que caigan, sé que en algún otro lugar caen ríos por sus ojos, ríos de los que nunca podré beber y en los que nunca podré nadar. Y sé que cuando me desconecte mis ojos también estarán húmedos y la piel de la cara reseca, salada.