Hay una bocha de becarios en el país haciendo investigaciones increíbles sobre temas impresionantes. Hay un montón de ciencia de primera encerrada en cada laboratorio y, por suerte, cada vez más cientìficos sienten la urgencia de salir a contar lo que hacen. Uno de esos becarios es amigo de la caja, y me pidió que le diera una mano con unos gráficos de su tesis.
El amigo en cuestión —de ahora en adelante ‘Carba’— defiende hoy su tesis titulada ‘Estudio de la relación del virus de la bursitis infecciosa con su hospedador. Análisis de la respuesta inmune y de la función y localización de la proteína viral VP5‘, cosa que implicó unas 5 o 6 horas de explicación sólo para empezar a entender el nombre.
Carba hizo una investigación re sarpada (sarpada con s, porque viene de pasarse al vesre, el lenguaje está en continua evolución y zarparse es de buque) sobre un tipo de virus de una familia de la que sólo se conocen otros 4 tipos y que está compuesto por sólo 5 proteínas, según él mismo contaba. Posiblemente sea eso lo que más llama la atención de su laburo, la pasión con la que habla de su investigación, la misma pasión con la que un músico habla de su disco favorito o mi vieja habla de sus tuppers.
No todos los investigadores habrán redefinido el espacio tiempo, ni brindado un aporte incalculable a la física cuántica, pero todos se merecen un homenaje por los años y la pasión que le ponen a perseguir algo que se parece a la verdad, y que es una respuesta, pero que más que nada representa la puerta para un montón de preguntas nuevas.
