Que alguien te pregunte dónde estás puede desencadenar una serie de eventos que escala de lo geográfico a lo metafísico (filosofía que nos pese). Empezás por mirar tu celular que utiliza coquetamente la teoría de la relatividad para informarte tu posición de manera precisa, triangulando satélites para darte una posición (y que te convirtió en una persona absolutamente incapaz de llegar del punto A al punto B sin muleta tecnológica, en una especie de ubicación transactiva).
O sea que ya sabés dónde estás, gracias ciencia, y listo. Eso, o escarbás en la pregunta y te mirás, ya sabiendo dónde estás, pero no dónde estás. El problema es que, para empezar a responder eso, tenés que ir al nacimiento de la pregunta, una pregunta más vieja que la ciencia, así que terminás en un Sócrates que busca dónde estamos hablando de almas como esencias incorpóreas y, como todavía no te encontrás, pasás a un Aristóteles más mortal y menos etéreo. Tomás de Aquino te sigue buscando, diciendo que estamos pero no acá, en el cuerpo, sino medio por otro lado que no es acá, y desdobla alma y espíritu (porque, si vas a tener algo extracorpóreo, lo importante es partirlo). Descartes insiste con estar, pero no estar, y el yo inmaterial ajeno al cuerpo sigue con Kant. Todo re sobrehumano.
No es sino hasta el fisicalismo y la neurociencia que se hace firme la decisión de dar la pelea y buscar un soporte físico, tangible, para meter lo que somos adentro nuestro y hacernos cargo. Ni inmaterial ni inmortal. Somos acá y ahora, muchísimo más cerca del cerebro que del corazón, pero entendiendo que ese cerebro no anda por ahí solito sino que tiene un cuerpo que lo contiene.
Vos empezás a quedar re en vos, con casa matriz craneal pero parte de un entramado, y ahora la decisión pasa más por dónde termino que por dónde estoy o dónde quedo. Mente y cerebro se anudan y hay vos acá, adentro, en algún lado, y andar poniendo el GPS a mirar para afuera no te va a solucionar esa.
Este póster es parte del libro de Educando al Cerebro en el que participamos junto a un montón de autores que piensan que compartir cachitos de ciencia es una idea que vale la pena empujar. Los libros van a ser repartidos de forma totalmente gratuita en los próximos Educandos, así que atentos, no se queden sin uno.