Tungsteno

ELEMENTO 74

Tungsteno

74

4min

Una idea o dos.

Cuando a un personaje de cómic se le ocurre una idea, aparece una bombita de luz por arriba de su cabeza que suele tener en su centro un filamento con forma de W. Esto es así porque hace un puñado de años (antes de que las bombitas llevaran LEDs en su interior) tenían un alambre de wolframio que, cuando pasaba corriente a través de él, se ponía muy brillante y emitía luz. Pero, además de luz, la mayor parte de la energía se disipaba como calor y se perdía. Así que, al surgir nuevas tecnologías que permitieron hacer un uso más eficiente de la energía, las bombitas de filamento entraron en desuso. Pero vayamos al origen del descubrimiento de nuestro incandescente elemento con nombre de superhéroe.

Esta historia comienza, valga la redundancia, en pleno auge del siglo de las luces, cuando en 1783 a los hermanos españoles Juan José y Fausto Delhuyar se les prendió la lamparita. En aquel entonces, España importaba cañones de guerra desde Escocia; sin embargo, el ministro de Marina estaba muy interesado en empezar a hacerlos en tierra española, y para eso debían conocer los secretos de su fabricación. Asesorado por un amigo, el ministro decidió enviar a un “espía práctico”, Ignacio de Montalbo, y  a un “espía científico”, Juan José Deluyhar, para entender de qué se trataba el asunto. Para disimular, también enviaron al otro hermano Delhuyar. Juntos asistieron por un par de años a escuelas de minería en Alemania y, mientras Fausto volvió a España en 1781, Juan José continuó su camino a Suecia, donde tomó clases de química con Torbern Bergman, uno de los principales referentes de mineralogía.

Justo ahí, en Suecia, pero en 1751, el sueco Axel Fredrik Cronstedt describió una piedra mineral pesada muy densa y decidió llamarla tungsteno (del sueco tung = pesada, sten = piedra). Treinta años después, otro sueco, Carl Wilhelm Scheele ( una eminencia en lo que a descubrir elementos respecta) se dio cuenta de que a ese tungsteno le pasaba algo raro: si se lo sometía a cierta reacción (una reducción de carbono) aparecía algo adentro del mineral que no estaba previamente. Lo llamó ácido túngstico, pero en realidad era una molécula con wolframio adentro. El tema es que el wolframio no existe libre en la naturaleza sino que siempre está interactuando con otros elementos, y eso hizo que los suecos no se dieran cuenta de que lo que estaban viendo era un elemento nuevo (dejando de lado el hecho de que a esa altura ni siquiera estaba claro qué eran “los elementos” ).

Suecia era el lugar perfecto para ir a aprender sobre minerales. Sin embargo, la misión secreta resultó ser un fracaso en cuanto a la fabricación de armas y fue suspendida. Al volver, Juan José le contó a su hermano la historia sobre el tungsteno y el ácido túngstico. Fausto, al mando del Depósito de Minerales, recordó que tenían en su haber unas muestras de wolframita, una piedra que sacó su nombre del alemán Wolf, lobo y Rahm, baba, porque al ser trabajada desprende una sustancia cremosa que es muy corrosiva, devorando todo lo que toca. Lo interesante fue que los hermanos, haciendo la misma reacción que Scheele pero a este otro mineral, obtuvieron algo muy pero muy parecido. Y advirtieron que, si se parecían pero no eran lo mismo, algo en común tenían que tener. Así fue como publicaron el escrito Análisis químico del wolfram y examen de un nuevo metal que entra en su composición: “Daremos a este nuevo metal el nombre de volfram, tomándolo del de la materia de la cual lo hemos sacado, y miraremos esta como una mina, en que este metal está combinado con el hierro y la alabandina, como queda probado”.

La historia siguió un poco más hasta que se logró aislar el wolframio en su forma útil, y gracias a esto reemplazó al carbono en los filamentos de las lamparitas por ser más eficiente, generando una revolución en la industria de la iluminación (lamparitas que luego fueron reemplazadas por lámparas de LED, generando una revolución en la revolución en la industria de la iluminación).

Actualmente, el nombre wolframio está en desuso según la IUPAC y se tomó el vocablo “tungsteno” como nombre oficial. Por su dureza, se utiliza en aleaciones para la construcción de herramientas de gran resistencia. También, irónicamente, se usa para la fabricación de armas de guerra. Porque el tungsteno te puede prender la luz, pero también te puede apagar todo lo demás.

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