Redimensionando pecados

Redimensionando pecados

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Rocco Di Tella

¿Qué estamos aprendiendo a partir del experimento de Pecados Capitales?

¿Qué estamos aprendiendo a partir del experimento de Pecados Capitales?

Redimensionando pecados

Hace unas semanas lanzamos un experimento sobre los pecados capitales en el que ya participaron cerca de 14.000 personas (si aún no lo hicieron, recomendamos que antes de seguir se tomen 10 minutos y pasen por acá para evitar un montón de spoilers científicos y de los otros). El análisis completo y en profundidad del tsunami de datos resultantes llevará unos meses, pero queremos acercarles los primeros resultados que ya están apareciendo. Un poco porque es lo que siempre prometemos cada vez que participan de un experimento, otro poco por la ansiedad misma de compartirles cuanto antes lo que estamos aprendiendo gracias a su participación, y otro poco porque, fiel al espíritu de ciencia abierta y colectiva, queremos que nos acompañen en la interpretación de estos resultados preliminares.

Antes de empezar, una pregunta válida podría ser qué tienen que ver los míticos pecados capitales con la ciencia (bueno, no sabemos si es una pregunta válida, pero es la primera pregunta que nos hicimos). Y la respuesta es que en realidad es una excusa o disparador para entender un poco más sobre cómo somos, sobre cómo nacen y cómo se regulan nuestros deseos. No nos interesan los pecados en un sentido religioso. Ni siquiera pretendemos estudiarlos desde una perspectiva moral. Lo que estamos buscando es arrojar un poco de luz sobre cómo funcionan nuestros impulsos más fundamentales y los deseos de suprimirlos. Acá, les contamos un poco del análisis que estamos haciendo y lo que hemos descubierto hasta ahora.

Repasemos brevemente cómo era este experimento. En la primera pantalla presentamos los 7 pecados:

  • Ira 
  • Envidia
  • Gula
  • Pereza 
  • Lujuria 
  • Soberbia 
  • Avaricia 

Lo primero que hicimos fue pedir que se ubiquen dentro de un espectro para indicar qué tan presente está cada pecado (o impulso) en su vida. Esta primera pantalla funciona bien como sinopsis de todo el experimento: una sucesión de preguntas sobre los pecados capitales con la introspección como único criterio. Las preguntas eran distintas, pero (casi) siempre consistían en hacer un juicio personal sobre cada pecado (decimos casi siempre porque, como veremos más adelante, la última pregunta era de consigna totalmente libre: sólo pedíamos que ubiquen los pecados en un plano de la forma que quisieran). Como dijimos durante el experimento, es importante aclarar que en este experimento no había (ni hay) respuestas buenas, malas, correctas o incorrectas.

Para evitar cualquier sesgo de orden, aleatorizamos el orden en el que aparecían los pecados para cada participante.

Seven

El primer análisis que podemos hacer es acerca de cómo se distribuyen los participantes en cuanto a la presencia de cada pecado. Veamos un primer ejemplo para la gula, donde claramente las personas suelen reportar valores relativamente altos. Cada barra vertical indica la cantidad de participantes que reportaron ese valor a la pregunta de cuán presente está la gula en sus vidas.

Cantidad de participantes que reportaron un dado valor para la presencia de gula en sus vidas; es decir, histograma de distribución, siendo 0 ‘nada presente’ y 100 ‘completamente presente’. Cada uno de los círculos negros en la parte inferior es una respuesta de cada participante. A modo de ejemplo para el análisis que sigue, el círculo gris (más grande) es donde se ubicó un miembro de este equipo.

Abajo vemos los histogramas para el resto de los pecados. Traten de recordar dónde se ubicaron en cada uno de los casos.

 

En el caso de lujuria, por ejemplo, vemos que las respuestas están distribuidas de forma más pareja que para gula. Con pereza, otra vez, vemos los datos más agrupados hacia una mayor presencia.

Estos gráficos son útiles para ver cómo las personas se distribuyen en relación a la percepción de presencia de cada impulso, pero no nos dicen nada sobre cómo interactúan y se relacionan estos deseos.

En el siguiente gráfico de dispersión podemos ver, para cada participante, simultáneamente cuánta gula y cuánta pereza declaró.

¿Cómo se construye este gráfico? Siguiendo con el mismo sujeto de ejemplo, si respondió que tenía 26 de presencia de gula y 64 de pereza, le corresponde el punto 26 en gula y 64 en pereza. Hacemos lo mismo entonces para el resto las 13.595 personas que analizamos hasta ahora, donde cada persona es un punto ubicado de acuerdo a cuánto declaró de gula y de pereza.

Es difícil mirar una cantidad tan grande de puntos, pero las concentraciones que vemos en los distintos lugares son mucho más informativas que los histogramas anteriores por separado. Con los histogramas, necesitábamos mirar alternadamente los distintos gráficos para saber la posición en dos pecados distintos para un mismo participante. Y eso sólo es posible si marcamos los datos de una misma persona en particular. Con este gráfico de dispersión, podemos ver la posición en estos dos pecados para cada participante por separado. De las misma forma, con un gráfico de tres dimensiones podemos ver la posición de una persona en tres pecados diferentes:

A medida que agregamos ejes (dimensiones) se hace más difícil manejar la información visualmente.

Sería interesante hacer un gráfico como el anterior que represente los 7 pecados, es decir, uno con 7 dimensiones. Esto es imposible de abordar de forma gráfica sin ayuda de psicodélicos, pero conceptualmente nos va a guiar para el análisis. Si hubiésemos preguntado sólo por 3 pecados (o 3 preguntas cualquiera), pensaríamos a cada participante como un punto en un espacio tridimensional: su posición en el espacio gula-pereza-lujuria. Cuando hacemos 7, 30 o N preguntas, pensamos a cada persona en un espacio de 7, 30 o N dimensiones.

El concepto de dimensión entonces es relativamente sencillo en nuestro caso: cada pregunta es una nueva dimensión. También podemos considerar otras preguntas como dimensiones. Podemos pensar, por ejemplo, en 8 dimensiones, donde la octava sea la edad, el máximo nivel educativo alcanzado o el género, variables comúnmente denominadas ‘demográficas’.

Cuando hicimos un análisis de las dimensiones demográficas en este experimento, hasta ahora la única que parece tener un efecto relevante en nuestro experimento es la edad: cuánto más jóvenes, más pecaminosos (preferimos decir impulsivos) somos (o al menos eso declaramos). Después hablaremos de otros efectos demográficos.

Agrupando pecados

Cuando nos metemos un poco en la historia de los míticos pecados capitales, resulta ser que hasta el año 590, la lista no era la de los 7 pecados del peliculón hollywoodense, sino que consistía en 8 ‘deseos malvados’. Las palabras no conservan su significado tal cual a través de la historia, pero tomemos estas definiciones:

Lujuria: deseo sexual descontrolado o exacerbado.

Ira: sentimiento no controlado de odio y enfado.

Pereza: tedio, falta de motivación para realizar trabajo

Desolación: más fuerte que una tristeza profunda, sugiere un alto grado de resignación.

Gula: apetito desmedido por comer y beber.

Soberbia: sentimiento de superioridad frente a otras personas que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellas.

Vanidad: Deseo desmedido de que la gente exprese admiración o atracción hacia la propia persona.

Avaricia: deseo de obtener bienes, riquezas o poder con la sola intención de atesorarlos para sí mismo/a.

En el siglo VI, el papa Gregorio I modificó la lista y dejó la que conocemos hoy. Parece que Greg se dio cuenta de algo: muchas personas que atravesaban desolación también sentían pereza. ¿Tenía sentido entonces que fueran dos pecados distintos? Pensó que no los unió bajo el nombre de pereza. Vanidad y soberbia también resultaban demasiado parecidos. Así que también los juntó. Por otro lado, consideró que había una dimensión entera de los malvados deseos que no estaba representada y entonces agregó la envidia.

Esta pequeña historia de reconfiguraciones pecadísticas es un buen ejemplo ‘natural’ de lo que vamos a intentar hacer ahora: reducción de dimensionalidad. En particular, vamos a usar una técnica matemática llamada análisis de componentes principales (PCA, por sus siglas en inglés).

El desafío sigue siendo el mismo: cambiar las dimensiones que tenemos por otras que nos sean más útiles para el análisis. Suponemos que para Gregorio y equipo esa utilidad estaba ligada a definir lo bueno y lo malo, quiénes se  iban al cielo, quienes al infierno y esas cosas. Dado que nuestro interés no es ético, estético ni metafísico, sino descriptivo y explicativo, aplicamos la técnica PCA que, en esencia, captura lo que hizo Gregorio: si dos pecados son tales que quienes cometen uno usualmente cometen también el otro, los agrupamos. También podemos ‘relajar’ un poco nuestro requerimiento y agrupar dos o tres pecados si la mayor parte de la gente (no toda) que comente uno también comete el otro o los otros.

No nos queremos poner muy técnicos, así que no nos vamos a poner muy técnicos: basta con decir que, cuando aplicamos este método (el PCA), obtuvimos tres agrupamientos principales que denominamos arbitrariamente como ‘Multipecado’, ‘Vacacional’ y ‘Testosterono’. Podemos pensarlos como agrupamientos que representan comportamientos típicos de algunas personas (para quienes conocen sobre PCA, ponemos los valores de los coeficientes en el apéndice al final del artículo):

Multipecado: personas altamente inclinadas a cometer todos los pecados se ubican en los valores más altos de este eje.

Vacacional: alto en este eje se ubican personas que declaran mayor lujuria, gula y pereza en relación al resto de los pecados. Están siempre en modo vacaciones, digamos. Las personas con baja lujuria, gula y pereza se ubican en los valores más pequeños o, incluso, negativos de esta dimsensión.

Testosterono: personas que declaran alta lujuria, soberbia e ira pero baja pereza, gula y envidia. Le pusimos este nombre dado que un análisis posterior mostró que este eje está significativamente asociado a los varones, es decir, los varones suelen estar ubicados más alto en este eje que las mujeres. (intimidad de backstage editorial: fueron descartadas internamente otras denominaciones como ‘machito’ o ‘machirulo’ para evitar entrar en adjetivaciones, juicios de valor, polémica, tiro, lío y cosha golda).

Ya no tiene sentido llamarlos pecados, pero si quisiéramos hacer una nueva lista donde nuestra prioridad sea agrupar pecados que correlacionan entre sí, es decir, que suelen aparecer juntos en una misma persona, estos serían los mejores ejes. Podríamos entonces decir a una dada persona, ya no, por ejemplo, ‘sos perezoso y vanidoso’ sino, por ejemplo, ‘sos vacacional y testosterono’. Y cada persona la pensamos como un punto en este espacio tridimensional con los ejes Multipecado, Vacacional y Testosterono:

Los nombres de los nuevos ejes no salen del proceso en sí, los inventamos nosotros. Podríamos bien haber puesto ‘golujosozo’ al componente ‘vacacional’. Es sólo una cuestión de denominación.

Padecidos pero distintos

La siguiente pregunta que hicimos en el experimento (recordemos que la primera, que es lo que analizamos hasta acá, era cuán presentes están los diferentes pecados en tu vida) tenía que ver con cuánto sufrimos tener estos deseos y cuánto nos molesta que otras personas los tengan.

Las preguntas eran dos para cada pecado; siguiendo con el ejemplo para gula: ¿Cuánto te molesta (la gula) en vos?, ¿Cuánto te molesta (la gula) en otras personas? Las respuestas van desde ‘no me molesta nada’ (0 en nuestra escala) hasta ‘me es completamente insoportable’ (100 en la escala).

Lo primero que analizamos fueron los promedios de todas las respuestas:

Gráfico de barras con los promedios de cuánto molestan los pecados, tanto en uno mismo (en celeste) como en el otro (en rojo).

Vemos rápidamente que hay dos reacciones generales: pecados con valores promedio bajos, es decir, impulsos que molestan poco en nosotros y en los otros (gula y lujuria) y pecados con valores promedio por arriba de 50, es decir, impulsos que nos molestan bastante, tanto en nosotros como en otros (envidia, ira, avaricia y soberbia).

Es interesante ver cómo es este gráfico para varones y mujeres por separado (para este análisis, por ahora no incluímos a quienes no declararon un género binario):

Mismo gráfico que el anterior, hecho esta vez separado para varones y para mujeres.

Primero, lo distinto. Lo que más cambia cuando dividimos en dos gráficos es que los varones sufren la lujuria propia y ajena en cantidades bajas y similares (alrededor de 30 en nuestra escala), mientras que las mujeres sufren bastante más la lujuria ajena (está cerca de 40) y les molesta menos la propia (cerca de los 20) en comparación con los varones.

Algo parecido sucede con la gula, donde la molestia de la gula de otras personas resultó igual para ambos géneros, pero las mujeres declararon sufrir más la gula propia.

En el resto de los pecados vemos un comportamiento similar entre ambos géneros en cuanto a cómo declaramos que nos afectan: envidia, ira y pereza se sufren en niveles relativamente altos, siendo parejo el padecimiento del impulso propio y el ajeno; en cambio avaricia y soberbia consistentemente molestan más en el otro que en uno.

Cuando nuevamente hacemos el análisis de componentes principales con este set de datos, volvemos a obtener como ejes principales a Multipecado y Vacacional, tanto en sufrimiento propio como en molestia ajena. Multipecado era un componente bastante esperable (asociado a personas que ponen altos valores de presencia de pecados en su vida para todos ellos), pero vacacional no lo vimos venir y está cada vez más robusto.

El ranking

Luego pedimos que ranqueen cuánto daño creen que causa en la sociedad cada pecado. Cada participante tuvo que ordenar los 7 pecados de acuerdo a este criterio. El pecado que más comúnmente se colocó en primer lugar como el más dañino para la sociedad fue avaricia. En el otro extremo, la gula y la lujuria fueron colocados como menos dañinos (recordemos que siempre hablamos de los resultados de este experimento, cuya muestra no es necesariamente representativa de la sociedad en general). Los resultados, para cada pecado, fueron estos:

Este formato de pregunta pedía que ordenen los pecados de más a menos dañinos para la sociedad. Los histogramas muestran la cantidad de veces que apareció un dado pecado (hay un histograma para cada uno) en los diferentes puestos, siendo el primer puesto el más dañino para la sociedad.

Si tomamos todos los datos en conjunto, el ranking general de pecados percibidos como más dañinos para la sociedad, de mayor a menor, queda así:

  1.  Avaricia
  2.  Ira
  3.  Soberbia
  4.  Envidia
  5.  Pereza
  6.  Lujuria
  7.  Gula

Es decir, en nuestra muestra los pecados asociados al eje vacacional son percibidos como los que menos causan daño en sociedad. El hecho de que este orden se solape tan directamente con el eje ‘Vacacional’ nos da confianza en que ésta es efectivamente la forma en la que se agrupan los impulsos dentro de la población estudiada.

Sería interesante ver qué tienen de distinto las personas asociadas a un perfil más o menos vacacional. Por ahora vemos que la gente más joven tiende a ser más ‘vacacional’, y los varones también, junto con las personas de menor nivel educativo y las personas (que se declaran) no religiosas. 

En el siguiente episodio de estos resultados, entre otras cosas volveremos a analizar por separado los diferentes grupos. ¿Será que las personas vacacionales sufren sus ‘pecados‘ de forma distinta que las no vacacionales, por ejemplo? Incluso eventualmente podríamos, gracias a que cada vez más gente participa en más experimentos, comparar cómo se relacionan estos perfiles con la capacidad de evaluar nuestras propias habilidades o reconocer emociones.

Pecados en 2D

Para cerrar este análisis preliminar, veamos los resultados de la quinta pregunta del experimento. En un rectángulo dentro de la última pantalla, aparecen 7 fichas móviles. La tarea era ubicar los pecados libremente en este espacio, sin ninguna consigna ni condicionamiento particular. Veamos la posición promedio resultante para cada pecado:

Posición promedio de las ubicaciones que, de forma libre y sin ningún criterio sugerido o exigido, les atribuyeron a los pecados quienes participaron del experimento.

Sin necesidad de recurrir esta vez a sofisticadas técnicas de agrupamiento, el efecto es claro: de forma libre y sin ninguna consigna explícita que se los pida, las personas ubicaron la pereza, la gula y la lujuria de forma cercana entre sí, mientras que los pecados avaricia, envidia, ira y soberbia aparecen también juntos, pero separados en otro lugar del espacio. El gráfico de arriba es claramente consistente con la categoría que el PCA ya encontró desde un principio y que vimos a lo largo de todo el experimento.

Continuará

Como dijimos, van a pasar algunos meses para que podamos tener un análisis completo y enriquecido −el ‘problema’ de tener un dataset espectacular (gracias a ustedes, como siempre), es que analizarlo lleva su tiempo. Pero logramos un buen primer acercamiento a los datos. Siendo el objetivo investigar acerca de cómo nacen y se regulan nuestros deseos, aprendimos un poco sobre cuáles se manifiestan juntos y de qué formas. Con este primer acercamiento, podemos aproximarnos a estudiar cómo se regulan.

En particular, miraremos la relación entre estos nuevos ejes descubiertos (multipecado, vacacional o testosterono) y cuánto se sufre cada pecado.

También queda pendiente una pregunta que no usamos en el análisis todavía: ¿Cómo te gustaría ser? La pantalla tenía nuevamente 7 barras para ubicarse en cada uno de los pecados. Esta vez, la consigna era ubicar no cuán presentes están los impulsos, sino cuán presentes desearían que estén. Las barras comenzaban en donde cada uno había declarado la presencia originalmente y tenían una cantidad limitada de movimientos: si bajaban mucho su pereza, no podrían bajar su gula (la mitad de los participantes no tenía este límite). Esto tiene el efecto de mostrarnos no sólo cuánto exceso de pecado cada uno considera que tiene, si no cuánto de ese exceso realmente quieren reducir. ¿Las personas reducirán más los pecados que más declararon tener? ¿Querrán disminuir los deseos que más sufren? ¿Los testosteronos y los vacacionales quieren suprimir sus impulsos de la misma manera?. Intentaremos descubrirlo en el próximo e impulsivo diario de investigación sobre este experimento. Gracias, como siempre, por acompañarnos en estas aventuras de ciencia colectiva.

Apéndice

Valores de los coeficientes del análisis PCA:

Estos ejes principales (en orden desde el que mejor explica nuestros datos) terminaron quedando así:

Multi: 4.2 de Gula, 3.9 Avaricia, 3.8 Ira, 3.7 Pereza, 3.7 Envidia, 3.6 Soberbia, 3.4 lujuria

Vacacional: 5.2 de Lujuria, 5.1 Gula, 1.8 Pereza; -4.5 soberbia, -3.4 envidia, -3 Ira, -1.7 avaricia

Testosterono: 7 de Lujuria, 3.2 Soberbia, 1.6  Ira; -4.4 Pereza, -3.5 Gula, -2.4 Envidia

Enojón: 7.6 de Ira, 1.8 de Gula; -5.3 Avaricia, -2.6 Envidia, -1.5 Lujuria

El eje Enojón es el de menor significación y no es mencionado en el texto.

Datos Demográficos

Acá, la distribución demográfica de los participantes:


Las herramientas de tomas de datos de este experimento se realizaron en parte con el apoyo de la Fundación Sadosky en el marco del Programa Proyectos Colaborativos del Área de Vinculación Tecnológica. El grupo de trabajo de este proyecto está constituido por Facundo Carrillo y Diego Slezak, del Departamento de Computación de la FCyEN-UBA, y por Pablo Gonzalez y Juan Manuel Garrido de El Gato y La Caja.

 

 

 

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